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Actividades Regionales

Reflexión sobre la Conferencia de la UMOFC - Canadá

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¡Qué bendición poder encontrarme con mujeres católicas de todo el mundo y estar al tanto de la experiencia de las mujeres que han aportado tantos puntos de reflexión sobre el estado del mundo desde la perspectiva de la fe, el medio ambiente y la geopolítica! Las oradoras, incluso siendo realistas, dejaron a todas con una sensación de optimismo. Si, como dijo el padre Whelan en su homilía, dedicamos tiempo a discernir quiénes somos como mujeres de fe, a soñar y permitir que "florezca la esperanza", no tenemos ninguna razón para temer. Dios es bueno, siempre. Su Santidad es probablemente uno de los ejemplos vivos más visibles de este optimismo, y hay miríadas de personas que hacen su parte diariamente para asegurar un mundo mejor.

Abordamos los temas que tienen que ver con el pueblo de Jesús hoy en día: la familia y todos sus desafíos y alegrías, la migración, el cuidado del planeta, la paz, la igualdad de las personas y la búsqueda de la santidad aun cuando el mal busca dividir y destruir. Si nosotras, como mujeres de laUMOFC, somos verdaderamente "artesanas delapaz, dela justicia, del encuentro", como ha señalado la presidente Maria Giovanna, tenemos mucho trabajo por delante en la Iglesia universal. Fue conmovedor escuchar las contradicciones expresadas con respecto a la solución del hambre en el mundo mientras se intentaba encontrar agua en la luna, por ejemplo. Esto enfatizó la necesidad de que las mujeres asuman un papel aún más prominente en la resolución de problemas en todo el mundo a través de su participación.

Hace años, en un congreso nacional de la Catholic Women’s League, de Canadá, la oradora principal, Mary-Jo Leddy, contó una historia de una mujer que había llegado recientemente a la Casa Romero, de Toronto. Cuando una recién llegada reflexionó en voz alta sobre quién vivía en la parte de atrás de la casa, al principio nadie entendió a qué se refería ella hasta que se advirtió que este edificio tenía atrás "una casa para un auto"; en ese momento dicha afirmación sonó ridícula. Esto provocó que el garaje se volviera a utilizar como vivienda para futuras personas llegadas a la casa. Este sencillo ejemplo concreto me lleva, como presidenta de un organismo nacional que representa a casi 80.000 mujeres, a reflexionar sobre cómo podemos hacer del mundo un lugar mejor a través de nuestros esfuerzos individuales y conjuntos.

Los dos temas más recientes de los últimos dos años, Inspiradas por el Espíritu: las mujeres responden al llamado de Dios (2017-2019) y El cuidado de nuestra Casa Común (2019-2021), indican cómo se está alentando y apoyando a nuestros miembros con todos los esfuerzos para crecer hacia la santidad a través de la acción, y para ayudar a lograr el Reino de Dios en la tierra, nuevamente, a través de la acción. A lo largo de las 42 páginas de notas que tomé durante los días de estudio y los días estatutarios en Dakar, el tema común siguió emergiendo: todos tienen sed de diferentes maneras. Las que vivimos en el Occidente materialista parece que tenemos tanto, pero muchas de esas personas están buscando la alegría que solo se puede experimentar a través de la presencia de Jesús en cada molécula de nuestros seres. Saber esto conceptualmente y abordarlo a través de la mitigación de nuestra hambre espiritual, incluso desconocido, es un gran desafío.

Lo que las miembros de la Catholic Women’s League de Canadá se han propuesto hacer como "agua viva" es llegar a las personas sin hogar, a las personas desposeídas de sus hogares debido a la violencia, a las madres solteras y a los niños que huyen de sus hogares, a las personas con enfermedades físicas y mentales que están entre nosotras, a nuestras hermanas y hermanos indígenas, y abogar por la justicia para todos. Aunque no es fácil, en el mejor de los casos, saber que nuestro trabajo de "hormigas" alivia de alguna manera el sufrimiento de los demás, da esperanza de que pueda lograrse un mundo mejor. Más aún hoy las mujeres han de asumir el lugar que les corresponde como líderes en este trabajo.

El hecho físico de viajar a Dakar, Senegal, tuvo un gran peso en la experiencia general de la conferencia de la UMOFC. Era necesario ver ambas bellezas, la del entorno y la del espíritu indómito de la gente, al mismo tiempo que eldolorde quienes carecen delosrecursos necesarios. El recorrido por la isla de Gorée fue más bien una peregrinación que recordó el sufrimiento indecible de millones de personas, algo que aún ahora me quema por dentro. Esto da motivos para reflexionar sobre cómo nuestra falta de preocupación por nuestros hermanos y hermanas ha tenido un gran impacto en toda una raza, y cómo nunca debemos olvidar relacionar nuestras acciones personales con el mundo en general. Todo está conectado con Dios, que seguramente llora cuando causamos sufrimiento y que sonríe cuando vivimos la nueva alianza que trajo Jesús.

 

Anne-Marie Gorman

Catholic Women's League of Canada