Cuando esto acabe, las cosas han de cambiar. Y es bueno compartir reflexiones. Cuando nos reencontremos nos encontraremos con un mundo que no será el mismo. Y sigo pensando, cuáles serán nuestras decisiones ante el mundo que viene?

Pérdidas económicas serán incalculables, las pérdidas de vida mucho mayores, pérdida del tiempo y de libertades, todo limitado. Vínculos distanciados. Proyectos relegados y mucho dolor y tristeza.

El rol de la mujer en este tiempo de pandemia que azota a todos por igual, tal vez a algunos más que a otros, es uno más de los tantos roles que siempre ha tenido dentro de la familia y de la sociedad.

Saber quienes somos y como demostramos que estamos presentes. En la familia como madres asumiendo mayores responsabilidades y dentro de la sociedad y ámbito en que nos movemos aportando solidaridad y servicio.

Como mujeres somos sensibles y nuestras emociones están a flor de piel. Nos duele lo que pasa y lo que hagamos depende de la situación de cada una. De como hemos vivido y asumido esta pandemia, será el como afrontar lo que viene. Sabemos que son tiempos difíciles, y aún así nos enfrentamos sin miedo.

Mujeres de fe que intensificamos nuestra relación con Dios, nos fortalecimos en el encuentro diario, e hicimos más íntima y profunda nuestra vida espiritual. Esa es nuestra fortaleza.

Es muy gratificante, ver como mujeres líderes totalmente preparadas han impactado positivamente a sus pares y en general al mundo. Con métodos de acción y prevención, y gestos de solidaridad al emplear recursos esenciales para afrontar esta crisis.

Las mujeres siempre hemos elegido el desafío de defender la vida y pos pandemia también lo seguiremos haciendo, tal vez con nuevas formas ya que estas nuevas realidades nos modificaron la acción.

No podemos dejar de observar que la pandemia ha acentuado la desigualdad en todo aspecto en sus miembros más vulnerables dentro de la familia y en la sociedad.

Es muy preocupante como la violencia contra la mujer, violencia doméstica y sexual, se ha visto intensificada en este tiempo de aislamiento. La pobreza también es una realidad que ya era difícil y dolorosa y se ha acentuado y seguirá creciendo. Mucho será el esfuerzo que habrá que realizar para sobrellevar esta situación.

Como mujeres de UMOFC, portadoras de agua viva, tomadas fraternalmente de la mano, entendemos que desde nuestro lugar sabremos afrontar con decisión y coraje el tiempo que viene.

El actuar en la acción concreta que se presente, en la palabra a tiempo, la sonrisa siempre. Ser protagonistas positivas en reforzar lazos de convivencia, replantear vínculos sanos no sólo con las personas sino también con la naturaleza. La tierra está pidiendo a gritos conversión ecológica. El cuidado de nuestra Casa Común es el cuidado de la creación de Dios y la responsabilidad de todos.

Los dones que el Señor nos ha regalado serán herramientas activas, para volcarlos en este nuevo camino que se nos presenta como desafíos de nuevo estilo de vida. Lo iremos realizando paso a paso, el Espíritu del Seños nos iluminará y guiará.

Pongamos a los pies de María, Reina de la Paz, nuestras intenciones, nuestro compromiso y nuestra esperanza.