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Arte y Meditacion - Junio 2019

teresa

Giovanni Odazzi (Roma 1663 –1731), Las beatas Teresa y Sancha, 1725, óleo sobre lienzo, Roma, Iglesia de San Antonio de los Portugueses

En Roma, a pocos pasos de la Piazza Navona y detrás de la más famosa iglesia de San Agustín, hay una pequeña iglesia de la nación portuguesa, dedicada por supuesto a San Antonio. En ella hay varias pinturas que representan santos y beatos portugueses, incluyendo la que proponemos y que presenta a dos hermanas, ambas monjas y ambas beatas. Aquí hablaremos de Teresa.

La Beata Teresa de Portugal, entonces princesa Teresa Sanches de Portugal, hija de Sancho I, segundo gobernante portugués, nació en la ciudad de Coimbra en 1176 y se casó en 1191 con su primo Alfonso IX, rey de Castilla y León, a quien dio tres hijos: Sancha, Dulce y Fernando. En 1198 este matrimonio fue declarado nulo por la relación de parentesco entre los dos esposos, y en 1200 Teresa se retiró a Lorvao, en el convento benedictino que ella había fundado y que más tarde había transformado en abadía cisterciense.

Cuando se murió su padre Sancho I en 1211, Teresa debía heredar, según el testamento del rey, el castillo de Montemor-o-Velho y todo lo relacionado con esa posesión, incluido el título de "reina", ya que era la dama de ese castillo. El nuevo soberano Alfonso II, su hermano, quiso centralizar en sus manos todo el poder, no aceptó el testamento e impidió que Teresa tomara posesión de los títulos e ingresos que le correspondían a ella, así como a las otras dos infantas, sus hermanas Mafalda y Sancha.

Cuando Alfonso murió, en 1223, la crisis se resolvió a manos de su sucesor, Sancho II, que permitió a sus tías cobrar los ingresos, conservando el control de los castillos y pueblos.

Finalmente, tanto Teresa como las hermanas pudieron regresar a su convento. No sólo eso, sino que en 1229 Teresa decidió consagrarse al Señor y se convirtió en monja cisterciense. Así pudo pasar el resto de sus días con unas trescientas hermanas en el monasterio portugués de Lorvão, donde murió el 18 de junio de 1250. Sus restos mortales fueron colocados allí, al lado de los de su hermana.

El lienzo de Giovanni Odazzi, cuya calidad en cierto modo deja mucho que desear, logra sin embargo mostrarnos la esencia de esta mujer que, después de varias pruebas que la vida le ha reservado, ha llegado finalmente a la elección del Señor, que parece que le es indicado por su hermana Sancha. El segundo elemento que destaca del cuadro es el hábito monástico: no sólo lo llevan las dos hermanas en primer plano, sino también otras figuras en el fondo. En el cuadro sólo hay monjas y ángeles, casi como para decirnos que un convento, donde se busca al Señor, ¡es un trocito de Paraíso!