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Donatello (Florencia 1386 –1466), María Magdalena penitente, 1453-55, altura 188 cm, madera de álamo con trazas de policromía, Florencia, Museo dell’Opera del Duomo
22 de julio: fiesta de Santa María Magdalena.
María Magdalena aparece al comienzo del capítulo 8 del Evangelio de Lucas: “Y sucedió a continuación que iba por ciudades y pueblos, proclamando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios; le acompañaban los Doce y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes, Susana y otras muchas que les servían con sus bienes”. Y más tarde, como leemos en los capítulos 19 y 20 del Evangelio de Juan, estuvo al pie de la cruz, y en el jardín donde depositaron el cuerpo de Jesús, fue la primera en ver al Resucitado y corrió a anunciarlo a los apóstoles.
La representación evocadora y particular que aquí se presenta viene de la confusión que ya en los primeros siglos había sobre María Magdalena, que se identificaba con la hermana de Lázaro y con la pecadora conocida en la ciudad que bañó los pies de Jesús con sus lágrimas, los perfumó y los secó con sus cabellos.
Por eso, en el arte de la Baja Edad Media, María Magdalena aparece también como penitente: según una leyenda, ella era una gran pecadora que, después de su conversión y del encuentro con el Resucitado, se había ido a vivir como ermitaña al sur de Francia, cerca de Marsella, donde anunciaba el Evangelio: el culto a la Magdalena penitente fascinó a muchos artistas, que la consideraban la contraparte femenina de Juan el Bautista. La estatua de Donatello es un ejemplo excepcional de ello.
María Magdalena sólo está cubierta con su cabellera. Su belleza exterior se ha marchitado, su rostro está marcado por el ayuno y las vigilias nocturnas en la oración, pero ella está iluminada por la belleza interior, porque ha encontrado paz y alegría en el Señor. La estatua de la Magdalena penitente de Donatello, esculpida para el Baptisterio de Florencia, es una auténtica obra maestra.
Donatello se aleja de la iconografía tradicional del personaje para poner de relieve, como siempre ocurre en sus esculturas, la representación de la interioridad y el sentimiento humano. María Magdalena, representada generalmente como una mujer joven y hermosa, se convierte ahora en una figura devorada por el signo de los años y por el ayuno, la abstinencia y otras penitencias a las que se ha sometido. Además, está representada desnuda, cubierta sólo por su larga cabellera que envuelve su cuerpo. Si por un lado Donatello nos presenta la figura de una anciana sin gracia, por otro lado, el escultor florentino crea una imagen de una gran belleza desde un punto de vista expresivo.
¡Pidamos a Santa María Magdalena que nos sostenga en nuestro camino y nos ayude a reconocer al Señor Jesús cuando se nos manifieste!