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Diego Velázquez (Sevilla 1599 - Madrid 1660), Escena de cocina con Cristo en casa de Marta y María, 1618 aprox., óleo sobre lienzo, 60 x 103,5 cm, Londres, Galería Nacional.
Mes de mayo.
Mujeres del Nuevo Testamento: Marta, la hermana de María.
Yendo ellos de camino, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano». Respondiendo, le dijo el Señor: «Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada». (Lc 10, 38-42)
Encuentro muy interesante el cuadro que el joven Velázquez, que desde hacía poco se había convertido en artista independiente en la hermosa ciudad de Sevilla, pintó muy probablemente para una familia adinerada de la ciudad andaluza.
Lo primero que nos llama la atención es que Velázquez situase la descripción del episodio evangélico en segundo plano. Toda la pintura está ambientada en un interior, pero la escena del encuentro de Jesús con Marta y María se coloca en una habitación más hacia el interior, que vemos a través de una ventana. Jesús está sentado y las dos hermanas están representadas en la postura tradicionalmente atribuida a ambas: María a los pies de Jesús, atenta a todas sus palabras, mientras Marta está de pie detrás de su hermana y parece dirigirse a Jesús gesticulando.
Si miramos con atención la escena evangélica del fondo, nos damos cuenta de que está pintada en una habitación prácticamente vacía, con solo una silla, una mesa, una jarra. Y esta esencialidad parece contrastar con la riqueza de detalles que vemos sobre la mesa en primer plano: hay peces, dos huevos, ajo y un pimiento arrugado, además de un mortero y una jarra. El contraste entre la escena del primer plano y la del fondo se agudiza incluso con la presencia casi agobiante de las dos mujeres de la izquierda. La joven sirvienta que, con vestimenta de trabajo, está moliendo algo en el mortero y la mujer mayor que, vestida mucho más elegantemente está dándole indicaciones sobre qué preparar.
A mí me parece evidente el "juego" con el que el pintor ha querido llamar nuestra atención. Si interpretamos que la mujer en primer plano de la izquierda representa la figura de Marta - el color del vestido y el velo parecen recordar la figura situada en el fondo de la habitación donde se encuentra Jesús - las dos escenas del cuadro se centran justo en la más ocupada de las dos hermanas que han acogido a Jesús. Y el hecho de que Velázquez haya decidido vestirla con ropas contemporáneas a él (y por lo tanto también a nosotros que miramos hoy la pintura) Casi parece querer decir que todos nosotros somos un poco como Marta, estamos demasiado ocupados para elegir "el lado bueno" tal y como hizo María. Por lo demás, como nos dice el Evangelio, es precisamente Marta la anfitriona que lo acoge. Claro está, Marta probablemente no ha alcanzado la perfección, pero ha sabido abrir las puertas al Señor y hacer que la salvación haya entrado en su casa.
Pensamientos de Marta:
Jesús, el nazareno, está a punto de venir a nuestra casa. Es realmente un gran privilegio poder abrirle la puerta y sentarse a la mesa con él.
¡Qué alegría poder acoger al Maestro! ¡Qué alegría poder servirle!
¿Por qué María no me ayuda? ¿No se da cuenta de que la necesito para servir dignamente a Jesús?
María, si me ayudaras, ¿sabes cuánto mejor sería para todos? Tendremos tiempo luego para escuchar a Jesús...
Señor, yo sé que tú eres la "parte buena" que da luz y alegría a mi vida. Precisamente por eso deseo servirte con todo mi ser.
(Contribución de Vito Pongolini)