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Piero del Pollaiolo (Florencia 1441 - Roma 1496), Justicia, 1469-72, tempera grassa sobre tabla, 168 x 90,5 cm, Florencia, Museo de los Uffizi
Las Virtudes: La Justicia.
El pasado mes de abril, el Papa Francisco -que ha dedicado todas las audiencias generales de este año a los vicios y las virtudes- habló, en su audiencia del miércoles 3 de abril, de la segunda de las virtudes «cardinales», la Justicia.
Comenzó su catequesis diciendo que la justicia «es la virtud social por excelencia». El Catecismo de la Iglesia Católica la define así: “virtud moral que consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido ' (nº 1807). Esto es la justicia. A menudo, cuando se menciona la justicia, se cita también el lema que la representa: 'unicuique suum', es decir, 'a cada uno lo suyo'. Es la virtud del derecho, que trata de regular con equidad las relaciones entre las personas”.
Y Piero del Pollaiolo, en el ciclo que nos viene acompañando en estos meses dedicado a las virtudes, quiso pintar esta virtud «cardinal» con especial atención, probablemente porque las tablas le fueron encargadas por un tribunal, el Tribunale di Mercanzia, un lugar por tanto donde se ejercía la Justicia.
Una vez más, la virtud de la Justicia es una mujer joven que sostiene una espada en la mano derecha con la punta orientada hacia arriba. La mano izquierda descansa en cambio sobre un globo terráqueo que, apoyado en la rodilla de la mujer, representa el mundo, que por otro lado es la esfera en la que la Justicia está llamada a ejercer su función. La indumentaria es muy cuidada y elegante: la túnica está tejida en oro y el manto gris verdoso, con sus bellos pliegues y el juego de luces que crea, parece dar consistencia al cuerpo. Nada se deja al azar, cada detalle está cuidado, se trate de la hornacina o la base del trono en el que se sienta la Justicia, o la alfombra que cubre el suelo, o la pequeña diadema con la que se recogen sus cabellos rizados.
Si nos fijamos nuestra atención en el brazo derecho, cuya mano sostiene la espada, observamos que por encima de la túnica hay dos piezas de armadura, a saber, la codera (que era la parte articulada de la armadura que protegía el codo y permitía así el movimiento del antebrazo) y la hombrera (que era la parte de la armadura destinada a proteger el hombro). Ya en el siglo XIV se había establecido en las artes decorativas la usanza de representar a la Justicia con elementos armados. La intención era tal vez subrayar cómo la certeza de una pena pudiese conseguir la paz y el buen gobierno, pero también podía indicar la importancia del ejercicio justo del poder, destinado a permitir que todos -independientemente de su posición social, riqueza o estatus político- pudiesen acceder a un proceso justo.
Nombrarás jueces y magistrados por tribus, en todas las ciudades que el Señor, tu Dios, te dé, que juzguen al pueblo con la debida justicia. No violarás el derecho, no harás acepción de personas ni aceptarás soborno, porque el soborno ciega los ojos de los sabios y trastorna las palabras de los justos. Persigue solo la justicia, para que vivas y tomes posesión de la tierra que te va a dar el Señor, tu Dios. (Deuteronomio 16, 18-20)
He proclamado tu justicia ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios, Señor, tú lo sabes.
No escondí tu justicia dentro de mí,
proclamé tu fidelidad y tu salvación,
y no oculté a la gran asamblea tu amor y tu fidelidad.(Salmo 40, 10-11)
Pero brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago…
…juzgará a los pobres con justicia, sentenciará con rectitud a los sencillos de la tierra; pero golpeará al violento con la vara de su boca, y con el soplo de sus labios hará morir al malvado. La justicia será ceñidor de su cintura, y la lealtad, cinturón de sus caderas.(Isaías 11, 1;4-5)
Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?».(Lucas 18, 6-8)
En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del Diablo: todo el que no obra la justicia no es de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano.(1 Juan 3, 10)
(Contribución de Vito Pongolini)