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Queridas amigas:
permítanme presentarles mi visión de la UMOFC y luego su estructura y funcionamiento.
Cada persona, cada ser viviente y cada organización, si no crece, disminuye poco a poco y finalmente muere. Y Jesús nos ha dicho : « Por sus frutos los conoceréis » (Mt 7, 16)
Por eso les propongo, con la gracia de Dios y de la mano de la Virgen María, que hagamos crecer a la UMOFC.
¿Cuál es mi visión de la UMOFC ? Veo a la UMOFC en forma de cruz, CRECIENDO EN FORMA DE CRUZ.
Abriéndonos de par en par en línea con nuestras resoluciones, creciendo como un madero transversal. Trabajaremos por un planeta saludable; promoveremos a las familias en situación de dificultad y a sus miembros más vulnerables; enfrentaremos la violencia y la discriminación contra las mujeres; y daremos lo mejor de nosotras mismas para responder al llamado a la santidad en nuestra vida cotidiana. (Ver resoluciones 2018-2022 en la página web).
A su vez, estaremos atentas a la realidad, a lo que acontezca y afecte a la dignidad de las mujeres en las diversas partes del mundo, pidiendo al Espíritu Santo poder leer, discernir, los signos de los tiempos y actuar en consecuencia. Imagino una UMOFC en salida, misionera, ofreciendo una mano a otras mujeres y organizaciones que no nos conocen y que tal vez ni siquiera conocen el verdadero rostro de la Iglesia. Así propongo que sea nuestro crecimiento horizontal.
Crecer también hacia abajo, nutriéndonos de nuestras raíces, enraizadas en la identidad propia de la UMOFC, lo cual nos exigirá ahondar en la realidad y profundizar nuestra formación. En otras palabras, alargar nuestro madero vertical a fin de ser idóneas para el servicio que la Iglesia y la sociedad actualmente necesitan.
Estoy convencida que nuestro tiempo ha llegado: hoy es el DÍA, éste el TIEMPO de las mujeres. La Iglesia nos recibe con los brazos abiertos y nos corresponde a nosotras aceptar el desafío. El Papa Francisco ha dicho que las mujeres en la Iglesia no pueden limitarse a ser “monaguillas”, presidentes de Caritas o catequistas sino que han de formar parte de la toma de decisiones. Esto comporta dos grandes riesgos:
- ocupar puestos como decoración, desempeñando una función pero sin estar realmente involucradas en el proceso de toma de decisiones, es decir, como “floreros” en roles importantes pero sin ningún impacto;
- ocupar puestos buscando el poder, sin una convicción real de que en la Iglesia el “poder” es “servicio”, o sea, buscar equiparar a hombres y mujeres en la estructura jerárquica de la Iglesia y para ello escalar posiciones.
Creo que ambas visiones son erróneas y, en cierto modo nos “clericalizan”. Ni “la mujer florero” ni “la mujer busca puestos” son buenas para la Iglesia. Como mujeres, si estamos capacitadas, bien formadas, debemos servir a la Iglesia y a la sociedad para colaborar en la toma de decisiones. Para ello, hemos de formarnos. A esto llamo crecimiento en profundidad.
Y crecer hacia arriba, como la parte superior del madero vertical, significa abrirnos hacia la Trascendencia con mayúscula, caminar juntas hacia la santidad, en unión íntima, personal y comunitaria, con Jesucristo, ayudándonos unas a otras para avanzar en el camino de la santidad cotidiana.
Dado que estamos en numerosos lugares del planeta : ¡Qué maravilla sería si, a toda hora del día y de la noche, hubiese al menos una mujer que rezara por nosotras ! Y si el entramado, la colaboración y la mutua solidaridad hasta el sacrificio de unas organizaciones para con otras fuera tal que se pudiera decir de las mujeres de la UMOFC, lo mismo que de las primeras comunidades cristianas "Mirad cómo se aman” sería maravilloso. A este crecimiento en la santidad cotidiana es lo que llamo crecimiento hacia lo alto, en el madero vertical de la cruz de la UMOFC. Esta es mi visión de la UMOFC.
Dos palabras sobre su estructura : veo a la UMOFC como una pirámide invertida. En la parte superior de la pirámide, están las riquezas de la UMOFC – que no son sus cuentas bancarias - sino sus organizaciones miembros, con su trabajo diario, silencioso y fecundo. Más abajo en la pirámide, se ubican las miembros del Consejo, las representantes internacionales y las miembros del Ejecutivo. Y, en el vértice inferior de la pirámide invertida, está la presidente general que debe estar al servicio del resto de la estructura.
No creo ser una mujer tan lúcida como para indicar de arriba hacia abajo qué debe hacer la UMOFC, basándome en mis decisiones individuales. Pertenezco, desde hace más de 40 años a una comunidad, la Asociación Servidoras, y desde hace 66 años, a la comunidad de los bautizados: a la Iglesia.
Confieso que soy una mujer de Iglesia hasta la médula; creativa, sí; también celosa de la dignidad de la mujer y exigente en relación al servicio que, como mujeres, debemos dar a la Iglesia. Pero, sobre todo, estaré siempre en plena comunión con las enseñanzas del Papa, sea quien fuere aquel que el Espíritu Santo coloque en el lugar de Pedro.
Y en cuanto al funcionamiento de esta estructura, me imagino que ninguna de ustedes ha de querer estar de “brazos cruzados” hasta la próxima Asamblea General, sino todo lo contrario: querrán dar vida y crecimiento horizontal y vertical a la UMOFC, en forma de cruz. Y justamente por eso, lo que pido es que cada una y sus respectivas organizaciones no nos preguntemos tanto “qué puede hacer la UMOFC por mí y por mi organización”, sino más bien, “qué puedo hacer yo y mi organización por la UMOFC”.
Para mí, será imposible cumplir con el abanico de acciones que enumeran las cuatro resoluciones, pero con ustedes podremos hacerlo. Les digo francamente: soy una mujer de diálogo, de trabajo en equipo, que ama el estilo “sinodal”.
Termino responsabilizándome ante ustedes y ante Dios de ocuparme de las mujeres y de las personas que más sufren, desde su concepción hasta su muerte natural, durante todas las etapas de su vida, acompañando especialmente a las que son abusadas, perseguidas o descartadas, es decir, tratando que la misericordia llegue del corazón de Dios a nuestros corazones y de nuestros corazones, a nuestras manos y se convierta en obras.