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LA UMOFC Y LAS NUEVAS GENERACIONES
Mensaje de la PG para noviembre 2019
María Lía Zervino, Servidora
"Cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis" (Mt 25,40) nos dice Jesús.
Que nuestro camino hacia la santidad nos lleve, queridas amigas, al cuidado y a la promoción de las nuevas generaciones.
Si bien la vida de quienes nos rodean ha de beneficiarse por el ejercicio de nuestra maternidad, una especial prioridad merecen los niños - desde el momento de su concepción hasta que alcanzan la autonomía propia de la mayoría de edad - y las generaciones venideras.
Al escribir este mensaje no puedo dejar de recordar mis casi 20 años de trabajo en Argentina como catequista y animadora de la pastoral comunitaria, en una localidad rural, con pequeños poblados. Pienso en esas familias tan cercanas, tan queridas, con niños y jóvenes que sufrían por el escaso acceso a la educación de calidad, al trabajo digno y estable, a los servicios de salud y recreación… y para quienes el acompañamiento de la Iglesia no sólo estaba al servicio de su evangelización sino también de su desarrollo humano integral.
En la actualidad, el proyecto cultural “Creciendo en Armonía” (https://www.creciendoenarmonia.com/), a partir del centro “Santa María de la Armonía”, fundado por el Siervo de Dios, Padre Luis María Etcheverry Boneo, en la diócesis de Mar del Plata, se hace cargo de cientos de niños y jóvenes de la zona. ¡Qué lindo ejemplo de evangelización y desarrollo integral en favor de los menos favorecidos!
Las invito a volver nuestra mirada hacia las nuevas generaciones teniendo en cuenta que este mes celebramos el 30 aniversario de la Convención de los Derechos del Niño, mediante la cual la comunidad internacional reconoció que los niños tienen identidad propia y que deben ser titulares de derechos no negociables. Es uno de los pactos más aceptados universalmente de la historia.
Cabe preguntarnos si nosotras, además de lo realizado positivamente en estos 30 años, necesitamos ocuparnos en nuestros países aún más, por ejemplo: del derecho a nacer, a la no manipulación genética y/o gestación en vientres alquilados, a una educación y alimentación adecuadas, a la protección familiar para un sano crecimiento durante la niñez, al desarrollo libre de trabajos esclavos y enrolamiento en ejércitos, a vivir en una vivienda digna, y también abocarnos más a exigir que los derechos de las niñas sean igualmente respetados que los de los niños y a promover leyes que custodien su inocencia y consideren delito cualquier abuso o violación de su infancia.
Este aniversario prácticamente coincide con la reciente culminación del Sínodo para la Amazonia. En él se ha visto reflejada la dedicación del Papa Francisco a las nuevas generaciones, quien nos advirtió en la Laudato Si que “cuando pensamos en la situación en que se deja el planeta a las generaciones futuras, entramos en otra lógica, la del don gratuito que recibimos y comunicamos. (…) No estamos hablando de una actitud opcional, sino de una cuestión básica de justicia, ya que la tierra que recibimos pertenece también a los que vendrán” (159). Este sínodo especial, si bien se focalizó en la zona Panamazónica, trató temas de importancia global, pues del seno de la Amazonia depende gran parte de la respiración y del saciar la sed de agua del mundo.
Agradezcamos al Espíritu Santo que conduce a la Iglesia a actualizar y concretar el aporte de santos como Francisco de Asís o Hildegarda de Bingen y el magisterio de San Juan Pablo II que subrayó la ecología humana y de Benedicto XVI, apodado “el Papa verde”, en pro de las nuevas generaciones. Las líneas pastorales del documento magisterial post-sinodal que emitirá el Sumo Pontífice, nos ayudarán a encarnar nuestra propia “conversión ecológica”, con el consecuente beneficio para las generaciones futuras.
Encomiendo a María Santísima y a todos los santos y santos que celebramos el 1 de noviembre, el empeño asumido en la Asamblea General de Dakar 2018, a fin que eduquemos para responder al llamado a la santidad (Resolución n. 4) mediante “la formación de las personas, especialmente de los jóvenes, en los campos humano, espiritual, religioso, doctrinal, apostólico y profesional, transmitiendo valores familiares fundantes” y “la participación en política de mujeres con verdaderos valores cristianos, para generar políticas de gobierno saludables para el bien de los ciudadanos”. Así sea, ¡por la Providencia de nuestro Padre Dios!