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Está aquí: Inicio Mensajes Mensajes de la Presidente General Carta de la Presidente de la UMOFC ante la crisis global del Coronavirus
Queridas amigas,
les escribo mirando un crucifijo, que me habla del amor de nuestro Dios que se ha hecho cercano, que ha querido mostrar su debilidad hasta su muerte en la Cruz, para acompañarnos, para guiarnos por el camino de la Salvación.
Por eso, deseo hacerme cercana a cada una de ustedes, a los millones de mujeres miembros de organizaciones de la UMOFC, que, como la mayoría de las instituciones de hoy, vive por primera vez una pandemia global, que afecta o afectará a todos nuestros países y por lo tanto a nuestra persona, familia y hogar.
Permítanme contarles cómo lo vivo desde Italia, uno de los países que aún no logra frenar la expansión del virus, en el cual muchos estamos encerrados en nuestras casas, con casi todo cerrado a nuestro alrededor y una economía en situación crítica. Nuestro sistema de salud está colapsado: no alcanzan los respiradores artificiales, en varias zonas los hospitales están siendo convertidos casi exclusivamente en terapias intensivas, los médicos tienen que decidir a quién entubar y a quién no - pues no logran atender a todos - y el número de muertos y contagiados sigue creciendo día a día. Los más desprotegidos son los ancianos y los que viven en la calle y por consiguiente no tienen “casa” dónde refugiarse.
Espero que ustedes y sus familiares estén bien. Y, como Presidente de la UMOFC, no dejo de pensar en cómo hemos de vivir nuestras resoluciones en esta Cuaresma tan especial. Comparto con ustedes mis interrogantes y certezas.
¿Comprenderemos cómo cuidar el planeta siendo responsables de convertirlo en saludable para todos, después que, como consecuencia del virus, nuestras ciudades tienen menos contaminación, aire más puro y las aguas habitualmente sucias -como las de Venecia- son ahora límpidas y transparentes? El sistema económico mundial, en cuanto basado en la ganancia insaciable, el consumismo y el individualismo, ha entrado en crisis, pero ¿podrá encontrar nuevas alternativas para atender al grito del planeta y de nuestros hermanos descartados, aplicando los principios de la Laudato Si?
¿Seremos capaces de transformar esta tragedia en una oportunidad para mejorar en la familia frente a esta difícil situación y ocuparnos de los miembros más vulnerables? Los niños en la casa, los matrimonios compartiendo muchas más horas que lo habitual, los ancianos en soledad, los jóvenes venciendo sus deseos de congregarse ¿darán ocasión a profundizar nuestras relaciones familiares, mejorar nuestros vínculos y afianzar la institución familiar como nos lo enseña la Amoris Laetitia? ¿Lograremos dar un sentido positivo al uso del tiempo y de las redes sociales?
¿Lograremos eliminar la violencia y discriminación contra la mujer (Evangelii Gaudium, 212) al intentar superar la pandemia? Las mujeres, hasta ahora víctimas de los que las consideran un objeto ¿podrán ser reconocidas por el cuidado maternal y la educación para la prevención, tan claves en este momento crítico? ¿Conseguiremos tomar el ejemplo solidario de tantas médicas y enfermeras que, aun arriesgando sus vidas, están desarrollando un trabajo colaborativo con varones, en primera línea? ¿Se destruirán los muros para inmigrantes del sur en ciertos países del norte cuyos ciudadanos ahora son “discriminados” en diferentes fronteras bloqueadas para evitar el contagio? ¿Cuál será nuestro aprendizaje?
Tengo la certeza que daremos pasos hacia adelante si aprovechamos esta Cuaresma para educarnos a fin de responder al llamado a la santidad. Les doy mi simple testimonio: alienta mi oración el Papa Francisco, pues cada mañana sigo su Misa a través de Vatican News, en Internet (accesible en distintas lenguas) y me dejo guiar por sus intenciones -pidiendo por las víctimas, los agentes de salud, las autoridades, los ancianos, las familias con sus niños… - y su homilía. Me he propuesto hacer “ayuno” de salidas, de relaciones interpersonales directas, etc., es decir, obedecer a las autoridades. Y trato de implementar la caridad cuidándome, para cuidar a los demás.
Tal como lo indica el fin de la UMOFC, tengo la seguridad de que debemos asumir nuestra co-responsabilidad ante este “signo de los tiempos”. Y deseo que, como mujeres de fe y oración, no nos falte la alegría y el sentido del humor – notas de la santidad según Gaudete et Exsultate 122-128 -, fruto de una confianza total en la Divina Providencia. ¡Que la Virgen nos obtenga el vivir cada día de esta Cuaresma y del próximo tiempo Pascual como una gracia!
Con todo mi afecto,
María Lía Zervino, Servidora
Roma, Cuaresma 2020