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Cómo y porqué amar a los pobres
Queridas amigas:
El 13 de junio el Papa Francisco nos entregó su mensaje para la V Jornada Mundial de los Pobres, que tendrá lugar el próximo 14 de noviembre. Como todas las mujeres de la UMOFC, que deseamos “sentire cum Ecclesia”, hemos de prepararnos al igual que nuestras organizaciones, les recomiendo su lectura y meditación. Podemos rezar con él.
El Santo Padre inicia su mensaje comentando el pasaje del evangelio de Marcos en que una mujer irrumpió en una casa de Betania y derramó un frasco de precioso perfume sobre la cabeza de Jesús que estaba comiendo allí. Fue una iniciativa inusual, pues no siempre se hacía así, como lo demuestra el asombro y las diversas interpretaciones que ese gesto suscitó.
¡Qué acción tan femenina! A instancias de su “empatía” con Jesús, la mujer adivina el modo de agradar al Señor, quien seguramente había llegado caminando, por senderos polvorientos, con altas temperaturas y marcada fatiga. Usa algo muy proprio de las mujeres: un perfume exquisito.
Además, no teme al “qué dirán” de los demás que, como Judas “el traidor”, la juzgan negativamente. En cambio, Jesús reacciona exclamando: “¡Déjenla! ¿Por qué la molestan? Ha hecho una obra buena conmigo. A los pobres los tienen siempre con ustedes” (Mc 14, 6-7). Y el Papa agrega: “Jesús les recuerda que el primer pobre es Él, el más pobre entre los pobres, porque los representa a todos. Y es también en nombre de los pobres, de las personas solas, marginadas y discriminadas, que el Hijo de Dios aceptó el gesto de aquella mujer.”
Una vez más el Papa comprende a las mujeres: “Ella, con su sensibilidad femenina, demostró ser la única que comprendió el estado de ánimo del Señor. Esta mujer anónima, destinada quizá por esto a representar a todo el universo femenino que a lo largo de los siglos no tendrá voz y sufrirá violencia, inauguró la significativa presencia de las mujeres que participan en el momento culminante de la vida de Cristo: su crucifixión, muerte y sepultura, y su aparición como Resucitado. Las mujeres, tan a menudo discriminadas y mantenidas al margen de los puestos de responsabilidad, en las páginas de los Evangelios son, en cambio, protagonistas en la historia de la revelación.”
Le pido a Jesús que nos regale esa misma “empatía” a las mujeres de la UMOFC, para que captemos el intrínseco vínculo que existe entre Él, los pobres y nuestra misión de anunciar el Evangelio con rostro femenino. Me pregunto si somos capaces de “dejarnos evangelizar por los pobres” y de “compartir fraternalmente con ellos”, tal como el Sumo Pontífice no se cansa de repetirnos.
Los pobres son verdaderos evangelizadores. Esta expresión me trae recuerdos como éste: me encontraba yo perdida, recién llegada al aeropuerto de Abuya en Nigeria, sin conexión de teléfono ni Internet, sin la dirección a dónde debía ir para el encuentro al que había sido invitada (habían cambiado la sede a último momento) y sin nadie de los organizadores que me guiara. Me dirigí a una parroquia cercana, muy pobre, en la periferia de la ciudad, a pedir ayuda. La primera persona que encontré fue una mujer sencilla, cuyo vestido tenía escrito: WUCWO. Apenas me presenté, sin pedirme credencial alguna, ella me abrazó y me acogió como si fuera de su familia. Se puso a mi disposición para iniciar la búsqueda de a dónde tenía que encaminarme para asistir al encuentro. Me enseñó, con sus hechos, cuánto valora una mujer simple ser miembro de la UMOFC y cómo amar al prójimo como así mismo, al acogerme con tanta amabilidad y generosidad. ¡Ojalá yo reaccionase así, ante cada mujer necesitada de la UMOFC! Ella me evangelizó.
Compartir con los pobres. Jesús compartió su vida con los pobres. Y nosotras ¿nos involucramos compartiendo su vida o reaccionamos con cierta indiferencia porque “los tenemos siempre con nosotras”? “Los pobres -dice el Papa- no son personas “externas” a la comunidad, sino hermanos y hermanas con los cuales compartir el sufrimiento para aliviar su malestar y marginación, para devolverles la dignidad perdida y asegurarles la necesaria inclusión social. (…) La limosna es ocasional, mientras que el compartir es duradero. La primera corre el riesgo de gratificar a quien la realiza y humillar a quien la recibe; el segundo refuerza la solidaridad y sienta las bases necesarias para alcanzar la justicia.”
Que nuestra Santa Madre, que eligió a los pobres como portadores de su mensaje en sus apariciones de Lourdes y Fátima, nos enseñe a amar y servir a los pobres como Ella misma lo hizo y lo hace desde su maternidad celestial. Con afecto,
María Lía Zervino, Servidora
Presidente General de la UMOFC