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Matilde de Ringelheim, marmol, catedral de Milán
Matilde fue una mujer, una esposa, una madre, una reina que se distinguió por su extraordinaria dedicación a los pobres y enfermos y por su intensa vida de oración.
Nació en el año 895, fue educada por su abuela, que también se llamaba Matilde y era abadesa del monasterio de Herford. En 909 se convirtió en la segunda esposa de Enrique el Pajarero que, tres años más tarde, fue elegido Duque de Sajonia y, en 919, Rey de Alemania. Matilde le dio cinco hijos: Otón I el Grande, Gerberga (que se casó con el rey Luis IV de Francia en 940), Hedwig, Enrique y Bruno, que se convirtió en arzobispo de Colonia en 953.
En el año 936 murió su marido y se dice que ella sostuvo la candidatura de su hijo pequeño Enrique para el trono, pero Otón fue elegido por ser su hijo mayor. Hubo desacuerdos sobre su preferencia y Matilde sufrió mucho. Pero luego la familia se reconcilió y después de la coronación de Otón en Roma en 962, se reunió en Colonia. Matilde se retiró al monasterio de Nordhausen y más tarde, habiendo caído enferma, al de Quedlinburg, en Sajonia, ambos fundados por ella, además de los de Poehlde y Enger.
Antes, sus dos hijos, Otón y Enrique, preocupados por la excesiva generosidad de su madre ayudando a los pobres y a los enfermos, ya la habían conducido a vivir en una comunidad religiosa. De hecho, no vivía en la corte, sino que iba en busca de los necesitados; esto es un hecho unánimemente subrayado por la iconografía que le concierne: Matilde, como podemos ver también en la hermosa estatua de mármol de la catedral de Milán (¡una de las 3.400 que adornan la espléndida construcción gótica!), suele ser representada con una larga túnica, el manto en los hombros y la corona en la cabeza, sosteniendo un bolso con dinero o medicinas, mientras visita las casas de los pobres y se detiene al lado de la cama de los enfermos. La estatua de mármol que representa a Santa Matilde refleja de manera admirable la figura de la reina en su solemnidad. Además, luce una extrema sencillez: sólo la corona nos dice que estamos frente a una persona importante, mientras que la túnica, sobre la que sobresale una bella cruz, y el manto, con el borde adornado con un simple bordado, hablan de la sobriedad y la humildad de la mujer.
Además de su marido, Matilde también perdió dos hijos, Enrique en 955 y Bruno en 965. La santa reina, a quien los biógrafos atribuyen el don de profecía, murió en Quedlinburg el 14 de marzo de 968 y fue enterrada en la capilla del castillo junto a su marido. Su culto está particularmente vivo en las diócesis alemanas de Paderborn, Fulda y Munich.