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Arte y Meditación - Marzo 2021

san José marzo 2021

El Greco, Domenikos Theotokopulos (Candia 1541 – Toledo 1614), San José y el Niño, 1597-99, óleo sobre lienzo, cm 289 x 147, Toledo, Capilla di San José

19 de marzo, solemnidad de San José

Ya puedo oír a algunos de ustedes preguntándose por qué no he elegido una imagen de la Sagrada Familia para este mes. La respuesta más sencilla es que quería, en este mes de marzo, ofrecer una dedicatoria especial a San José. En realidad, este cuadro -que personalmente encuentro maravilloso- me hizo pensar que toda la Familia de Jesús está igualmente presente. De hecho, María se encuentra en este lado del cuadro, está en la misma posición que nosotros y contempla sonriente a su pequeño Jesús que ha corrido a abrazar a su papá, a aferrarse a él confiadamente para recibir sus cariñosas caricias. Si hubiera existido una cámara fotográfica en aquella época, ¡ésta sería una foto que la Virgen tomó!

Este cuadro se encuentra todavía hoy en la capilla para la que fue pintado hace más de tres siglos. Es un edificio pequeño, en el laberinto de calles del casco antiguo. Aquí estaban las casas que Martín Ramírez, un rico comerciante de Toledo, regaló a Santa Teresa para la fundación de su quinto convento. El proyecto no llegó a realizarse, por lo que los herederos de Ramírez levantaron, en 1594, la actual capilla. Tres años más tarde encargaron a El Greco su decoración. El gran pintor lo hizo con 4 cuadros, el más importante de los cuales es éste, imponente por su tamaño y colocado en el único altar central al que se dirige nuestra mirada nada más cruzar la puerta de entrada.

Con María, pues, contemplamos a este padre dulce y afectuoso, que acaricia a su hijo Jesús que se aferra a él. Nos llama la atención la sencillez y la belleza de los colores: el azul del vestido de José y el amarillo de su manto, el hermoso rojo de la túnica de Jesús. La mirada de José se dirige hacia abajo, casi como para subrayar su humildad y su carácter tímido. Sin embargo, es precisamente por estas cualidades por lo que le vemos coronado por los tres magníficos ángeles que, con atrevidos giros en la parte superior del cuadro, portan coronas y el lirio blanco, símbolo de pureza que, junto con el báculo que sostiene firmemente en su mano derecha, es un atributo típico de nuestro Santo.

Nos llama la atención otro detalle. Al fondo, a la derecha, podemos ver una hermosa panorámica de Toledo. En ella destaca un gran edificio. Se trata del Hospital de Santa Cruz, que fue fundado en el siglo XVI por el cardenal Pedro González de Mendoza para acoger, alimentar y criar a los huérfanos de la ciudad. Imaginamos que el haber identificado tan bien este lugar pretendía ser un acto de encomienda a San José de todos los niños menos afortunados de Toledo. Creo que El Greco estaba muy orgulloso de esta obra, al menos a juzgar por la firma claramente visible en el pergamino de la parte inferior izquierda.

 

Contemplando esta hermosa efigie de San José y con el pensamiento puesto en nuestros padres -aún aquí en la tierra o ya en el cielo- hagamos nuestra la oración que el Santo Padre escribió al final de su carta apostólica:

 

Salve, custodio del Redentor

y esposo de la Virgen María.

A ti Dios confió a su Hijo,

en ti María depositó su confianza,

contigo Cristo se forjó como hombre.

 

Oh, bienaventurado José,

muéstrate padre también a nosotros

y guíanos en el camino de la vida.

Concédenos gracia, misericordia y valentía,

y defiéndenos de todo mal. Amén.

Papa Francisco, carta apostólica Patris Corde, 8 diciembre 2020

 

(Contribución de Vito Pongolini)