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Jan van Scorel (Schoorl 1495 - Utrecht 1562), Rut y Noemi en el campo de Booz, 1530/40, óleo sobre lienzo, 70,5 x 57,5 cm, Viena, Kunsthistorisches Museum.
Mes de agosto.
Mujeres del Antiguo Testamento: Rut y Noemí.
La historia de Rut se cuenta en sólo cuatro capítulos. Un pequeño libro, que lleva su nombre, para una gran historia, un pequeño libro protagonizado por dos mujeres: Rut y Noemi, su suegra. Los destinos de las dos mujeres se cruzan en Moab, donde Noemi ha emigrado con su marido desde Belén para escapar de la hambruna. Allí se casan los dos hijos y una de las dos novias es Rut. Tras la muerte de su marido y de sus hijos, Noemi (que cambia de nombre: ya no es Noemi = alegría, gozo, sino Mara = amarga, infeliz) regresa a Israel y deja libres a sus dos nueras.
Entonces Noemí le dijo: «Mira, tu cuñada ha vuelto a su pueblo y a sus dioses; vuelve también, como tu cuñada. Pero Rut respondió: "No insistas conmigo para que te abandone y vuelva sin ti; porque donde tú vayas yo también iré; donde tú te detengas yo me detendré; tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios; donde tú mueras, yo también moriré y seré enterrada allí. Que el Señor me castigue como quiera, si algo más que la muerte me separa de ti". Cuando Noemi la vio tan decidida a acompañarla, cesó en su insistencia. Así que hicieron juntas el viaje a Belén». (Rut 1, 15-19)
En la tierra de Israel, la historia de las dos mujeres se cruza con la de Booz, pariente de Noemi, con quien Rut va a espigar. Por sugerencia de su suegra, se inicia una relación entre ambos, hecha de conocimiento, seducción, respeto, que culminará, en el cuarto y último capítulo del libro, en el matrimonio entre el rico terrateniente y la joven viuda
Si observamos ahora el cuadro de van Scorel, nos damos cuenta de que en él se condensa la propia historia. En primer plano, por supuesto, tenemos a las dos mujeres: Noemi, sentada a la izquierda, y Rut, de pie a la derecha. Lo que llama la atención en primer lugar es la elegancia de las dos mujeres y el cuidado con que se reproducen los detalles (por ejemplo, el rico diseño del manto de Noemi, las sandalias y el abrigo de Rut), casi como para significar su dignidad. La intención del pintor de relacionar a las dos mujeres, cuya relación de parentesco (pero también de complicidad en lo que se refiere a la historia) es también evidente, especialmente subrayada por el juego de sus miradas y sobre todo de sus siniestras manos. Aunque no podemos descifrar el significado completo de esos gestos, podemos imaginar que dicen que su conversación tiene como objeto a Booz.
Y esto lo confirma el paisaje que podemos ver detrás de las mujeres. En el fondo, entre el trigo cosechado dispuesto en gavillas, vemos a Rut espigando y a Booz -con el tocado oriental típico de la pintura holandesa e italiana del Renacimiento- supervisando las operaciones de recolección. Más a la derecha, vemos a Rut y a Booz bajo una cortina, indicando la relación íntima que se ha creado y que pronto les llevará al matrimonio.
El libro de Rut termina con el nacimiento de Obed. Tan fuerte es el vínculo entre nuera y suegra que los vecinos dicen: «a Noemi le ha nacido un hijo». E inmediatamente después encontramos escrito que Obed fue el padre de Jesé, quien a su vez fue el padre de David (cf. Rut 4,17).
Aquí, pues, la historia de Rut se cruza incluso con la del rey David. Y en consecuencia con la historia de Jesús, como encontramos escrito al principio del evangelio de Mateo, cuando el evangelista relata la genealogía de Jesús: «Salmón engendró a Booz de Racab, Booz engendró a Obed de Rut, Obed engendró a Jesé, Jesé engendró al rey David» (Mt 1,5-6).
Intentemos releer (o leer por primera vez) todo el libro de Rut. Leámoslo desde el punto de vista de las dos mujeres protagonistas. Nos daremos cuenta de que tanto Noemi como Ruth entran en la historia de la salvación con un papel diferente pero complementario que encuentra, creo, en el diálogo positivo entre generaciones la clave para construir relaciones basadas en el respeto y el amor.
(Contribución de Vito Pongolini)