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Arte y meditación - junio 2025

Bacanal andrios

Tiziano (Pieve di Cadore 1494 - Venecia 1576), La bacanal de los Andrios, 1523/26, óleo sobre lienzo, 175 x 193 cm, Madrid, Museo del Prado

Signos de esperanza: los jóvenes. 

La escena que Tiziano representa en este magnífico cuadro está tomada de la mitología griega y nos muestra el festín de los habitantes de la isla egea de Andros, tan particularmente querida por Baco que el vino, alimento sagrado para él, manaba directamente de un arroyo, como puede verse en el ángulo inferior izquierdo, donde un joven extrae la embriagadora bebida con una jarra.

El cuadro de Tiziano -que formaba parte del ciclo de cinco pinturas dedicadas todas ellas a las historias del dios Baco que el duque de Ferrara Alfonso I d'Este había encargado a varios pintores renacentistas (Tiziano, Dosso Dossi y Giovanni Bellini)- fue colocado junto a los demás en una sala del castillo de la ciudad llamada «Camerino delle pitture» (Cámara de las pinturas) que pronto se hizo famosa entre todos los amantes del arte y de la pintura en particular.

La fiesta que vemos aquí no procura resaltar el episodio que da nombre al cuadro (el dios Baco está de hecho ausente, como tampoco se encuentran los demás personajes como las Ménades y los Sátiros que formaban parte de su cortejo). Tiziano parece querer transmitirnos más bien un elogio de la juventud, realizado a través de sus mágicas pinceladas. El único personaje anciano que podemos notar está en los márgenes de la composición, recostado sobre la colina que se alza a la derecha. Cada uno de los personajes del primer plano encarna un prototipo de belleza. Todos y cada uno se dedican a cosas ligeras y alegres: el baile de la bella pareja con vestidos de seda azul y rosa tornasolados a la derecha, la música y el canto de las dos jóvenes que con flautas están por interpretar el canon que vemos en la partitura y que se atribuye a Adriaen Willaert, músico flamenco al servicio de la corte de Ferrara en los años en que Tiziano pintó el cuadro, el reposo de la joven tumbada a la derecha en primer plano (cuya desnudez en el Renacimiento significa sobre todo belleza y perfección), El beber de aquellos que sostienen distintos recipientes para bebidas. No hay gesto alguno vulgar, no hay ninguna apariencia de desenfreno: todo es equilibrio, todo es mesura, todo es belleza, todo es juventud.

Nuestra mirada sobre el cuadro se convierte en una mirada sobre la juventud de Renacimiento. Ciertamente aquí están los jóvenes privilegiados de las cortes y de las clases acomodadas, pero no subestimemos la capacidad del gran pintor veneciano para elevar a paradigma a la juventud misma, que es el centro de interés y atención de toda una sociedad, que nos habla de belleza, alegría y felicidad, ¡que mira al futuro con confianza y optimismo!

También necesitan signos de esperanza aquellos que en sí mismos la representan: los jóvenes. Ellos, lamentablemente, con frecuencia ven que sus sueños se derrumban. No podemos decepcionarlos; en su entusiasmo se fundamenta el porvenir. Es hermoso verlos liberar energías, por ejemplo cuando se entregan con tesón y se comprometen voluntariamente en las situaciones de catástrofe o de inestabilidad social. Sin embargo, resulta triste ver jóvenes sin esperanza. Por otra parte, cuando el futuro se vuelve incierto e impermeable a los sueños; cuando los estudios no ofrecen oportunidades y la falta de trabajo o de una ocupación suficientemente estable amenazan con destruir los deseos, entonces es inevitable que el presente se viva en la melancolía y el aburrimiento. La ilusión de las drogas, el riesgo de caer en la delincuencia y la búsqueda de lo efímero crean en ellos, más que en otros, confusión y oscurecen la belleza y el sentido de la vida, abatiéndolos en abismos oscuros e induciéndolos a cometer gestos autodestructivos. Por eso, que el Jubileo sea en la Iglesia una ocasión para estimularlos. Ocupémonos con ardor renovado de los jóvenes, los estudiantes, los novios, las nuevas generaciones. ¡Que haya cercanía a los jóvenes, que son la alegría y la esperanza de la Iglesia y del mundo!

(Francisco, Bula de convocación del jubileo ordinario del año 2025- Spes non confundit 12)

(Contribución de Vito Pongolini)