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Correggio, Antonio Allegri llamado (Correggio 1489-1534), La Noche, 1522-1530, óleo sobre madera de álamo, 256,5 x 188 cm, Dresde, Gemäldegalerie
El gran cuadro que Correggio pintó para la capilla de la familia Pratoneri en la iglesia de San Próspero en Reggio Emilia presenta una escena insólita, se trata de una noche, la noche maravillosa en la que María dio a luz a Jesús.
Y ese algo maravilloso que ha sucedido esa noche se percibe por la luz cálida e intensa que emana del niño: es una luz que ilumina sobre todo a María, y luego se extiende a los otros protagonistas del cuadro: la mujer, los pastores, los ángeles y José, que está en segundo plano.
Esto nos recuerda las palabras con las que el ángel saludó a María el día de la Anunciación: "No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios" (Lucas 1, 30). Esta gracia, en la pintura, viene representada como el rayo de luz que resplandece en el rostro de María.
A lo largo de esta noche tan especial María vio aparecer a muchas personas que ella no esperaba. Correggio ha sabido representar la “tipología” de estos visitantes de una forma sencilla pero clara. Veámoslos uno por uno.
La mujer, una campesina, parece querer protegerse con su mano izquierda de la deslumbrante luz que emana del niño; el pastor con barba parece meditar sobre lo que está viendo después del anuncio que los ángeles le han hecho cuando estaba cuidando al rebaño, el pastor joven mira al otro pastor buscando una respuesta.
La pintura no puede decirnos que es lo que se han dicho María y los pastores. Sin embargo, si nos dejamos llevar por las reverberaciones que la imagen sugiere a nuestros ojos, mente y corazón, definitivamente podemos "sentir" el temor y temblor de los tres personajes de la izquierda, después de haber sentido terror por la aparición deciden ir a Belén, sin demora, para ver ''lo que el Señor nos ha revelado”, y van a visitar al niño que cambiará para siempre la historia de la humanidad (cf. Lc 2, 8-16).
¿Qué habrá pensado María al ver a estos "anawim", estos "pobres de Dios", que sin duda nadie esperaba? Se habrá regocijado al mostrarles su niño, el "sol que viene de lo alto para visitar aquellos que están en las tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz" (Lc 1, 78-79).
¿Es una casualidad que Correggio haya representado la escena al final de la noche? Miremos el horizonte al fondo del cuadro: está amaneciendo, el sol se levanta, de hecho, ¡el sol ya se ha levantado!