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El Greco, Doménikos Theotokópoulos (Candia 1541 - Toledo, 1614), La Trinidad, 1577-1579, óleo sobre lienzo, 300 x 170 cm, Madrid, Museo del Prado
Las figuras representadas ocupan el gran lienzo pintado por el artista español. No hay ningún paisaje, solamente hay una luz dorada por encima de la cual se cierne la paloma del Espíritu Santo y las nubes en la parte inferior sobre la cuales descansan los personajes. La escena es puramente divina, representa a la Trinidad.
La representación del gran misterio de la fe cristiana es muy particular. La figura del Padre y del Hijo son cautivadoras. El Padre, con una túnica blanca y un gran manto de color naranja, sostiene en sus brazos a su hijo muerto, que acaba de ser bajado de la cruz en la que ha ofrecido su vida. Las heridas causadas por los clavos (el pie izquierdo y la mano izquierda) y por la lanza del centurión son evidentes. El Padre lo sostiene, rodeado de ángeles que participan del dolor y de la intensidad de la escena.
En la representación del Padre y del Hijo se puede observar la influencia de Miguel Ángel en el gran pintor español. De hecho hay varias representaciones que hacen referencia a la "Piedad" que el escultor florentino escupió décadas atrás.
La representación de las tres personas de la SS. Trinidad no es nueva, pero ciertamente El Greco interpretó el misterio de una manera nueva, reflejando una estrecha relación entre el Padre y el Hijo, que están unidos en una sola figura.
Nos parece escuchar el eco del capítulo 14 del Evangelio de Juan, especialmente los versículos en los que Jesús dice a Felipe y a todos sus discípulos: “¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre está en mí?” (10) ... “creedme que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí "(11).
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.