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ARTE Y MEDITACIÓN - DICIEMBRE 2017

Zurbaran Siguenza

Francisco de Zurbarán (Fuentes de Cantos, 1598 – Madrid, 1664), Inmaculada Concepción, 1635– oleo sobre lienzo, – Sigüenza, Museo Diocesano.

El gran pintor español, que desarrolló su actividad principalmente en Sevilla, interpreta el tema de la Inmaculada Concepción de acuerdo con los cánones clásicos: María, representada muy joven, está en actitud recogida de oración, con las manos unidas, vistiendo una larga túnica blanca y un manto de un azul intenso. La gema tan hermosa y valiosa colocada en el cuello de la túnica, reproduce el monograma (una A con una M) del saludo angelical: "Ave, María".

La Virgen está en el cielo y se ven cabezas de ángel por todas partes: bajo los pliegues de la túnica y el manto, entre las nubes del cielo, alrededor de la cabeza de María, para formar un segundo halo alrededor del halo creado por las doce estrellas. En el cielo, entre las nubes, hay algunos elementos simbólicamente vinculados a las alabanzas marianas: reconocemos la "estrella de la mañana" y el "espejo de la santidad divina" a la derecha, a la izquierda la "puerta del cielo" y la "escala de Dios".

Zurbarán ha tratado el tema de la Inmaculada Concepción en al menos una docena de obras que conocemos. La que hemos elegido para nuestra reflexión tiene una particularidad que vale la pena subrayar. Si miramos la parte inferior de la pintura, nos damos cuenta de que está ocupada por un paisaje. El lado izquierdo es una fiel reproducción de la Sevilla del siglo XVII: destaca la Giralda, el alto campanario de la catedral (con sus 104,1 metros, uno de los más altos de España), así como la "Torre del Oro" refinada construcción militar erigida durante la dominación árabe para controlar el acceso de la ciudad desde el río Guadalquivir.

El lado derecho, en cambio, presenta un exuberante jardín rico en plantas, flores y agua, una probable alusión a los hermosos jardines del Alcázar Real que a lo largo de los siglos fueron engrandecidos y embellecidos hasta llegar a convertirse en una de las manifestaciones más originales de un estilo puramente hispano, el mudéjar, una expresión del arte musulmán adaptada al mundo cristiano.

Ciertamente, tanto la ciudad como el jardín pueden interpretarse en sí mismos como símbolos de María, a quién los Padres de la Iglesia llamaron "Ciudad de Dios", "Jardín cerrado" o "Fuente sellada". Pero también me gusta pensar que esta representación de María, pura y bella, nos muestra el puente entre Dios (el cielo habitado por los ángeles) y la humanidad (Sevilla, ciudad, jardín), entre el cielo y la tierra, entre el Creador y nosotros sus criaturas.

María, auxilio de los cristianos, ¡ruega por nosotros!