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Arte y meditación - Junio 2018

Antonello da Messina

Antonello da Messina (Mesina 1430 –1479), Crucifixión, 1475, óleo sobre tabla, 59,7 cm x 42,5 cm, Amberes, Real Museo de Bellas Artes

El pequeño cuadro estaba ciertamente destinado a la devoción privada de alguna persona importante que encargó el cuadro. Antonello lo firmó abajo a la izquierda y se puede leer: "1475 - Antonellus messaneus me pinxit" (Antonello da Messina me pintó en 1475).

Hay que destacar algunos elementos. En primer lugar, el contraste entre la serenidad de Jesús, crucificado en el centro de la escena, y los dos condenados junto a él, que cuelgan de dos árboles truncados. Su posición desordenada parece indicar su rebelión frente a la condena, mientras que Jesús aceptó completamente ir hacia la muerte, aunque sea injusta, porque esto es parte de la voluntad de su Padre y de su misión en el mundo.

Los únicos personajes que observan la escena son María, la madre de Jesús, que, sentada en el suelo, parece abandonada a la meditación sobre lo que está sucediendo, y Juan, el discípulo amado, que de rodillas parece contemplar la angustia a la que Jesús, el Maestro, está sometido.

Si observamos cuidadosamente la obra, también podemos ver varios símbolos, entre los muchos detalles. El búho, que es un animal nocturno, puede representar a todos aquellos que se han alejado de la luz y viven en la oscuridad del pecado; las serpientes que pasan a través del cráneo en primer plano recuerdan el pecado original. Al pie de la cruz hay un cráneo porque, según una creencia medieval, la cruz de Jesús fue levantada exactamente en la tumba de Adán: esto significa que la salvación traída por Jesús derroca la caída del pecado original, causa de la presencia del mal en el mundo y en la vida de la humanidad. Al lado de la base de la cruz hay un nuevo brote, que representa la nueva vida que fue generada por el sacrificio de Cristo.

Una nota final sobre el paisaje de fondo: según estudios recientes, las colinas del cuadro pueden haber sido inspiradas por la visión real del Estrecho de Mesina desde las colinas del valle del arroyo Camaro, una vía fluvial bastante importante que desembocaba en el Estrecho.

Me gusta pensar que haber colocado la Crucifixión de Jesús en un paisaje real y contemporáneo para el pintor y el cliente de la pintura significa que aquellos que contemplan la escena de la muerte de Cristo en la cruz -como parece que están haciendo María y Juan- reviven el misterio en la actualidad de sus vidas.

 

¡Gracias, Señor Jesús,

porque has redimido al mundo con tu muerte!