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* Fermina Álvarez Alonso
Vivimos un momento particular para la Iglesia, interpelada por la propuesta de una “nueva evangelización” ad intra e ad extra. Si bien para algunos el término no está del todo claro, es evidente que el mundo tiene necesidad de un nuevo hálito de pensamiento, de testimonio coherente y de credibilidad de los cristianos. Se trasmite lo que se cree (evangelización ad extra), y la intensidad con que se cree muestra, en cierta forma, la autenticidad de vida del cristiano (evangelización ad intra).
Para actualizar estas dos dimensiones en la Iglesia, el Santo Padre ha previsto la celebración del próximo Sínodo de Obispos, que tendrá lugar en el mes de octubre de 2012, y que llevará a reflexionar sobre la intensidad con que todo el Pueblo de Dios vive y anuncia la propia fe.
Con vistas a la preparación, se han indicado algunos ámbitos en los que la “nueva evangelización” ha de ser realizada. Un sector que quizá no ha sido explicitado suficientemente, pero que necesita también de re-evangelización es el ámbito político internacional. En un mundo marcado profundamente por el fenómeno de la globalización, los Organismos Internacionales Intergobernativos y las Agencias Internacionales vinculadas a ellos, juegan un papel importante a la hora de determinar los elementos culturales y de pensamiento (por no decir de no-cultura y de no-pensamiento) que caracterizarán después las políticas nacionales. En este nivel, en el que se fabrican los puntos de referencia del Derecho internacional y de una mentalidad mundial, los cristianos están llamados a dar una aportación válida de profesionalidad y de pensamiento. De hecho, y contrariamente a lo que podría parecer, están presentes en esos ambientes, como la levadura de una minoría llamada a fermentar la sociedad para transformarla (Lc 13, 21). Lo están de manera capilar dentro de las diversas estructuras político-sociales y, también asociados en Organizaciones No-Gubernativas (ONG).
En los últimos años ha aumentado la influencia y el espacio dado a las ONG en el ámbito internacional. En efecto, las ONG llevan a los Organismos internacionales la voz y la experiencia de las diversas realidades locales. Son vistas como representantes de la llamada sociedad civil. Las ONG de inspiración católica que gozan del estatuto consultivo en los Organismos y Agencias Internacionales, tienen una gran oportunidad para hacer presente, mediante sus propuestas, el testimonio de los valores cristianos. La cuestión es cómo hacer llegar a tales esferas, de un modo adecuado y atractivo, toda la labor que la Iglesia está realizando al servicio concreto del hombre. ¿Es posible contribuir desde este ámbito a la Nueva Evangelización? ¿De qué modo? ¿Somos suficientemente conscientes de tal responsabilidad?
Re-evangelizar la política internacional es, en último término, el fin que pretende, entre otros, el Forum de ONG de inspiración católica. Los católicos de las organizaciones a él adheridas están reflexionando sobre los desafíos que deben afrontar y las modalidades con que el mensaje del Evangelio es acogido en sus iniciativas.
La primera cuestión que se plantea es la de reflexionar sobre la dimensión evangelizadora de sus acciones, la cual, a veces, puede quedar ofuscada bajo el aspecto de proyectos de desarrollo y de promoción humana, que responden a una visión restringida o puramente horizontal de la vida.
Las ONG católicas ¿no deberían reclamar ante las instancias gubernamentales internacionales aquellos principios éticos que animan su labor al servicio de todo el hombre en los distintos sectores de la sociedad? La participación y colaboración de representantes de ONG mediante propuestas inteligentes y equilibradas suele ser acogida favorablemente en los ambientes internacionales, aunque no siempre el pensamiento y la doctrina que proponen sea recogida en los documentos oficiales. Se trata, sin embargo, de un testimonio necesario, para que la voz de los católicos sea escuchada y tenida en cuenta. Al identificarse como católicas o de inspiración católica, las ONGs se benefician de la credibilidad moral que la Santa Sede tiene en el mundo internacional y, por consiguiente, se espera de estas organizaciones el testimonio de una sólida formación en los principios de la Doctrina Social de la Iglesia sin dejarse influir por las tomas de posición políticas que contaminan el ambiente internacional; es de todos sabido cómo se toman a veces posiciones equivocadas con una orientación “política” que puede comprometer o devaluar la acción de la Iglesia al servicio de todos.
El escenario social donde los cristianos están comprometidos y, por ende, también las ONG de inspiración católica, es vasto y variado: cooperación al desarrollo, mundo rural, educación, salud, comunicaciones sociales. Todos tienen como común denominador al ser humano, la persona y su relación con el mundo; por ello, se interesan también por los derechos humanos, el derecho humanitario, los jóvenes, la familia, el trabajo, los problemas de la emigración, de los refugiados; trabajan en la mediación de conflictos en favor de la paz. Esta participación en lo social se realiza contemporáneamente en tres niveles diferentes: el del compromiso político, el de la solidariedad y el de la formación.
En el ámbito político, organizan campañas de sensibilización de la opinión pública, de formación y de advocacy, y participan en las discusiones internacionales para promover el bien común y argumentos en favor del matrimonio, de la familia y de la vida; en definitiva, del desarrollo humano integral. En el contexto internacional de los debates políticos con otras ONG o instituciones de otras confesiones religiosas, las ONG de inspiración católica colaboran en la búsqueda del bien común y de la absoluta protección de la dignidad humana. Están convencidas de que el Evangelio y las propuestas de la Iglesia, en particular sobre materia
social, constituyen también una Buena Noticia que anunciar al mundo, y así lo declaran algunas, con respeto pero sin complejos. La misionariedad, el reafirmar la cuestión de Dios, significa para ellos dar prioridad al hombre a la hora de tomar medidas políticas, económicas y sociales en un mundo donde la lógica del mercado y del provecho, los intereses nacionales y locales, y las especulaciones financieras, parecen haberlo dejado fuera del propio horizonte.
El compromiso solidario de los cristianos – o, por mejor decir, caritativo, palabra que encierra una connotación más profunda animada por la caridad (cf. Deus caritas est, 25a) – adquiere una gran amplitud: desde la atención a los más pobres para contribuir a la superación de la distribución desigual de la riqueza, hasta la promoción de actitudes como la gratuidad y la esperanza, pasando sobre todo por la formación de las conciencias, sabiendo que la evangelización está basada en la escucha, en la proximidad, en el respeto de la persona, en el testimonio coherente, en la apertura a los demás, en la libertad, en la verdad y a partir de la imitación de Cristo. También los cristianos presentes en los mass media tienen una palabra que decir en la construcción de una cultura de la paz, proponiendo a las nuevas generaciones modelos mediáticos positivos y fuertes que expresen sus esperanzas y sus ideales por un mundo mejor.
Finalmente, el medio principal que corresponde a los cristianos en la dimensión ad intra de la nueva evangelización es el de la formación, porque implica a toda la persona humana. La educación es considerada como un medio para salir de la pobreza. Es necesario, sin embargo, evitar caer en una comunicación abstracta y meramente intelectual de la verdad o en una acción solidaria que no llegue a la verdadera promoción de la persona. Urge aumentar la educación informal de la juventud, con particular atención a las jóvenes, poniendo en el centro a la persona, de modo que se pueda generar un proceso de transformación del contexto familiar y social. Colaborar en esta tarea educativa con los propios jóvenes como protagonistas, a través de un sistema educativo que les oriente por un camino de fe, es empeño primordial de una educación alternativa, basada en los valores del Evangelio, que construya puentes con la cultura contemporánea.
En todo esto se evidencia, sin embargo, la urgente necesidad formativa – personal y comunitaria – para que haya una mayor coherencia entre el creer y el actuar: formación espiritual que lleve a una creciente experiencia personal de Dios y a una conciencia de la responsabilidad que dicha experiencia comporta en relación con el propio contexto social. Otro aspecto sobre el que conviene invertir es la formación del pensamiento social. Un alto porcentaje de las personas interesadas o vinculadas a las ONG, al servicio de la nueva evangelización de lo social, no conoce suficientemente la Doctrina Social de la Iglesia. De aquí la necesidad, ante todo, de programas de formación de los agentes de pastoral social: programas que tengan como base la dimensión comunitaria y por óptica la del discípulo de Cristo, sin olvidar el horizonte del mundo contemporáneo en el que están inmersos y que están llamados a transformar.