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Mensaje mensual marzo 2020

3 3 2020

Queridas amigas,

quisiera este mes contarles por qué, cómo y para qué hemos celebrado en Roma el Día Internacional de la Mujer, con un encuentro ecuménico e interreligioso, con mujeres líderes desde la perspectiva: musulmana, budista, hinduista, ecuménica y católica. Lo hemos realizado en colaboración con el Pontificio Consejo para el Dialogo Interreligioso y el patrocinio de las Embajadas ante la Santa Sede de Países Bajos, Austria, Filipinas y Argentina.

¿Por qué la UMOFC decidió celebrar, en este año 2020, el Día Internacional de la Mujer con un evento interreligioso y ecuménico, bajo el título: Mujeres constructoras de Fraternidad Humana? Por ser fiel a nuestras raíces.

La UMOFC ante el llamado del histórico texto:Fraternidad Humana por la paz mundial y la convivencia humana firmado por el Papa Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar, Ahmad Al-Tayyeb, el 4 de febrero de 2019, se siente urgida a responder a dicha convocatoria.

Ante el hecho inédito del Documento de Abu Dabi, también como UMOFC, nos urge el deseo de asumir nuestra responsabilidad como única organización de mujeres reconocida por la Iglesia Católica, como Asociación Pública Internacional de Fieles. Esto nos compromete aún más en nuestro servicio a la Iglesia y a la sociedad en que vivimos.

Es la fe en Dios la motivación más honda de la UMOFC para la celebración de este Día con este evento. Es el Dios en que creemos quien nos impulsa desde nuestro interior, tomando nuestra mente y nuestro corazón para que, la fraternidad humana se transforme más y más en acciones concretas.

¿Cómo la UMOFC celebró el Día Internacional de la Mujer, este año?

Lo hemos celebrado focalizándonos con ojos de mujer sobre el imprescindible cuidado del planeta y de todos nuestros conciudadanos, en particular los más vulnerables y descartados. Desde nuestra común perspectiva de mujeres, nos sabemos particularmente capaces:

- de velar por nuestra “Casa común” como el hogar de nuestra familia humana; de superar la cultura del odio, la violencia y la guerra mediante la siembra de la cultura de la misericordia, la paz y la amistad social;

- de salir al encuentro de quienes están necesitados en las periferias existenciales producto de la pobreza, la discriminación, la persecución, las ideologías consecuencia muchas veces de erróneas interpretaciones religiosas y por otras causas, mediante la escucha, la cercanía y la búsqueda conjunta y creativa de alternativas;

- de cultivar el encuentro y el acompañamiento maternal de menores y familias sufrientes, de niños por nacer y de ancianos y moribundos, de víctimas de trata de seres humanos, de injusticias, de migraciones forzadas, de refugiados y de tantos otros, por nuestra peculiar resiliencia, es decir, capacidad de afrontar las crisis y sobreponernos a los cambios;

- de reaccionar con valentía y sin perder nuestra ternura, ante quienes manejan las políticas de integrismo y división propias de los sistemas de ganancia insaciable y falsas justificaciones religiosas de los conflictos a nivel político;

- de hacer valer nuestra paridad de derechos con relación a los varones, de forma de proceder co-responsablemente a la construcción de una sociedad más justa y fraterna, aportando nuestra preparación y experiencia adecuadas, unidas a nuestra naturaleza femenina.

Elegimos celebrar “nuestro Día” en forma colaborativa, dialogando con mujeres líderes de diversas comunidades de fe. Quisimos dar un testimonio de armonía y de respeto de la diversidad que nos caracteriza. Y, valoramos los carismas y aportes de cada una de nuestras tradiciones y creencias. Pensamos que el tiempo ha llegado en que las mujeres aunemos y alcemos nuestra voz, reconociendo los avances positivos de nuestra civilización actual y todo lo que nos falta por hacer.

Esta experiencia no fue un evento aislado sino un hito en nuestro camino común. Juntas, como mujeres de fe, hemos iniciado un proceso en base a esta especie de “carta magna” para la construcción de un mundo más justo e inclusivo, no como punto final sino como un punto de partida para un trabajo de mutua cooperación y de nuevas posibilidades de acción. Un punto de partida que nos inspira, que nos permite abrir puertas para transitar nuevas vías aunando criterios y esfuerzos con tantos otros ya empeñados en la convivencia pacífica a través del diálogo y la comprensión mutua. Aún queda mucho por desarrollar.

¿Para qué hicimos este encuentro y ofrecimos una declaración final conjunta sobre las Mujeres Constructoras de Fraternidad Humana, como gesto simple y significativo?

Para sintetizar lo rezado, discernido, escrito y manifestado recíprocamente, entre mujeres de diversos continentes y culturas. Y nos comprometimos públicamente, cada una desde su fe, con la profundización, la difusión y el desarrollo de las potencialidades que nos ofrece el Documento.

Hemos deseado dar un testimonio común que constituya un paso hacia la alianza educativa promovida por el Papa Francisco, el Global Compact in Education, a fin de crear una red que asegure a niños y jóvenes las condiciones necesarias para su armonioso desarrollo personal y su inserción en una sociedad más acogedora y humana. Para todo cambio es necesario un camino educativo.

Finalmente, me permito convocarlas a unirse a este pacto para la construcción de una auténtica paz y fraternal convivencia. Recomiendo vivamente la lectura y difusión del Documento sobre la Fraternidad Humana.

Antes de acabar este mensaje quisiera elevar una oración por las víctimas del coronavirus y sus familias, por los profesionales de la salud que cuidan de los enfermos, y por éstos y sus familias. Le pido a la Virgen que libre a todos los países de esta epidemia.
 
 
María Lía Zervino, Servidora
 
Presidente General de la UMOFC