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Con corazón de madre y de padre.
Queridas amigas,
a partir del 19 de marzo pasado estamos viviendo el Año Familia Amoris Laetitia, que culminará el 26 de junio de 2022 con el 10º Encuentro Mundial de las Familias, en Roma. Al mismo tiempo, como ustedes saben, el Papa Francisco nos regaló una bellísima carta, Patris corde, el 8 de diciembre de 2020, con la que dio inicio al Año de San José. Ambas celebraciones se dan la mano y constituyen para nosotras una fuente de gracia para desarrollar en nosotras un corazón de madre y de padre.
Recuerdo como si fuera hoy, cuando en 1978 en la plaza de San Pedro, Juan Pablo I dijo que Dios es “padre y madre”. Muchos se escandalizaron. No fue así cuando Juan Pablo II aplicó ese concepto a Dios, en una audiencia, cerca de 20 años después. Francisco no sólo emplea el concepto referido a Dios, sino que ha insistido en que el Cuerpo de Cristo, la Iglesia, es mujer, es “la” Iglesia.
Por eso me animo a proponerles que miremos qué rasgos de la “paternidad” de San José podemos intensificar en nuestro corazón de mujer, a fin de que nuestras familias cuenten con lo mejor de nosotras mismas para hacerlas florecer. Y que, dejándonos “irradiar” por la familia de Nazareth, podamos salir de esta crisis mejor que antes, aprovechándola como una oportunidad de crecimiento.
El Papa nos señala que José es padre en la ternura y que precisamente la ternura es la mejor manera de tocar lo que es frágil en nosotros y en los otros miembros de nuestra familia. El Maligno nos hace mirar con un juicio negativo esa fragilidad, “mientras que el Espíritu la saca a la luz con ternura” y nos enseña que Dios a través de nuestros miedos, de nuestras debilidades y las de la familia, también puede y quiere actuar.
Lo vemos a José padre en la obediencia, aun cuando estaba angustiado. “En cada circunstancia de su vida, José supo pronunciar su “fiat”, como María en la Anunciación y Jesús en Getsemaní”. En los peores momentos para su familia él demuestra una confianza y una paciencia fuertes, viriles. En esta emergencia global puede que no entendamos el significado de los planes de Dios. Convendría robustecer “virilmente” nuestra obediencia a la Divina Providencia.
José es padre en la acogida, protagonista valiente y fuerte. “Sólo el Señor puede darnos la fuerza para acoger la vida tal como es (…)”. Con corazón de madre y padre, acojamos la vida en cada momento y circunstancia de su existencia, desde la concepción hasta la muerte natural, tal como se nos presenta. Y “acojamos a los demás, sin exclusiones, tal como son, con preferencia por los débiles, porque Dios elige lo que es débil”.
Leemos que José es padre de valentía creativa. Escribe el Papa: “… cuando nos enfrentamos a un problema podemos detenernos y bajar los brazos, o podemos ingeniárnoslas de alguna manera. A veces las dificultades son precisamente las que sacan a relucir recursos en cada uno de nosotros que ni siquiera pensábamos tener.” ¿Qué podemos inventar como familia, siendo creativas y valientes, para salir al encuentro de otras familias en situaciones difíciles?
Finalmente, nos dice el Papa que, “debemos recordar que nunca (la paternidad) es un ejercicio de posesión, sino un “signo” que nos evoca una paternidad superior. Así fue José: la sombra del Padre Celestial.” Ojalá que en este tiempo pascual nuestro corazón se convierta en fuente de maternidad, como la de María y de paternidad, como la de José y así vivamos la resurrección de Cristo con corazón de madre y padre.
Si no lo están haciendo ya, les sugiero aprovechar el “don de indulgencias especiales” que nos hace el Papa Francisco, a todos, pero especialmente a los enfermos y ancianos "en el contexto actual de la emergencia sanitaria" (ver decreto de la Penitenciaría Apostólica que anuncia el “Año de San José”). Les deseo que estas gracias sirvan para nuestra conversión personal -condición necesaria para obtener una indulgencia- y la salvación de tantos otros.
¡Que la Sagrada Familia nos enseñe vivir en nuestra familia como “iglesia doméstica” y para ello nos conceda la alegría de la Resurrección de nuestro Señor! ¡Verdaderamente ha resucitado!
Con afecto,
María Lía Zervino, Servidora
Presidente General de la UMOFC