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No hay nada que impida que las mujeres desempeñen funciones de liderazgo en la Iglesia: lo que viene del Espíritu Santo no puede detenerse.
(Documento Final de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos - No. 60)
Estimadas amigas de la UMOFC:
Hemos seguido juntas el proceso sinodal que inició hace ya más de 3 años. Sé que para algunos el proceso ha sido largo y cansado, pero para muchos otros ha sido un gran regalo. Yo me quedo con lo dicho por el Papa Francisco, en el sentido de que el Documento Final con el que concluyó la segunda fase de la Asamblea Sinodal, en octubre, es un gran regalo para el propio Santo Padre, para el Pueblo de Dios y para el mundo entero. En él se recoge el fruto de los años en que nos hemos puesto a la escucha del Espíritu Santo y de unos a otros para comprender mejor cómo ser una “Iglesia sinodal” hoy. ¡Se trata del inicio de una verdadera transformación en la vida de la Iglesia!
Para reconocer el valor del camino sinodal andado, el Papa aprobó, puso a disposición de todos este Documento Final votado por la Asamblea Sinodal y decidió que no era necesario publicar una Exhortación Apostólica, puesto que este contiene ya indicaciones muy concretas que son una guía para la misión de las Iglesias, en los diversos continentes y en los diferentes contextos. Tal como lo dice en su Nota firmada el pasado 24 de octubre, este documento «participa del Magisterio ordinario del Sucesor de Pedro y como tal pido que sea aceptado».
En dicha nota el Santo Padre nos dice que este documento «no es estrictamente normativo» y que «su aplicación necesitará diversas mediaciones». Pero «esto no significa que no comprometa desde ahora a las Iglesias a hacer opciones coherentes con lo que en él se indica». Las Iglesias locales y las agrupaciones de Iglesias están llamadas ahora a poner en práctica, en los diversos contextos, las indicaciones autorizadas contenidas en el Documento, a través de los procesos de discernimiento y de toma de decisiones previstos por la ley y por el mismo Documento y teniendo en cuenta los diversos contextos, lo que ya se ha hecho y lo que queda por hacer para aprender y desarrollar cada vez mejor el estilo propio de la Iglesia sinodal misionera.
En muchos casos se trata de aplicar eficazmente lo que ya está previsto en el derecho vigente, latino y oriental. En otros casos, se podrá proceder, a través de un discernimiento sinodal y en el marco de las posibilidades indicadas por el Documento final, a la activación creativa de nuevas formas de ministerialidad y de acción misionera, experimentando y sometiendo a verificación las experiencias. Para todo esto «se necesita tiempo».
Finalmente, sin duda, lo más importante del camino sinodal han sido las relaciones, el diálogo, la comunión, el discernimiento, la unidad en la diversidad… tal como lo han testimoniado quienes participaron en las dos sesiones de la Asamblea y lo hemos podido experimentar quienes hemos participado en conversaciones en el Espíritu. El estilo sinodal implica, para el Pueblo de Dios, entrelazar nuestras vocaciones, carismas y ministerios a fin de que, unidos en nuestra diversidad, vivamos la comunión y salgamos al encuentro de todos para llevarles la alegría del Evangelio. El Sínodo sigue aprovechando la energía de la semilla sembrada con el Concilio Vaticano II y desarrollando su potencial.
Estructura del Documento Final
Sería imposible pretender resumir aquí este Documento Final que podrán encontrar en nuestra pag. Web. Sin embargo quiero comentar con ustedes algunos de los temas más importantes para nosotras como mujeres, como laicas y como integrantes de asociaciones, comprometidas con la evangelización y el desarrollo humano en una Iglesia sinodal en salida que quiere llegar a todos, especialmente a los más marginados.
El Documento recoge algunas convergencias importantes surgidas en la Primera Sesión, las aportaciones provenientes de las Iglesias en los meses transcurridos entre la Primera y la Segunda Sesión y lo que ha surgido durante la Segunda Sesión.
Es un informe más concreto, con propuestas específicas y recomendaciones estructurales más claras, dividido en 5 partes: Corazón de la sinodalidad (llamados por el Espíritu Santo a la conversión); Juntos sobre la barca (la conversión de las relaciones); Echad las redes (la conversión de los procesos); Una pesca abundante (la conversión de los lazos) y También os envío a vosotros (formar un pueblo de discípulos misioneros).
Mayor participación y responsabilidad de los laicos:
¿Qué cambios pide el sínodo, particularmente para las mujeres?
Algunos otros temas importantes
Conclusiones:
La sinodalidad se logra paso a paso, es un camino y el inicio de ese camino es diferente en cada parte del mundo. Ya hemos podido constatar los primeros frutos del camino iniciado en 2021. Los más sencillos, pero más preciosos, están fermentando en la vida de las familias, parroquias, Asociaciones y Movimientos, pequeñas comunidades cristianas, escuelas y comunidades religiosas, donde crece la práctica de la conversación en el Espíritu, el discernimiento comunitario, el compartir los dones vocacionales y la corresponsabilidad en la misión.
El proceso sinodal no concluye con el final de la actual Asamblea del Sínodo de los Obispos, sino que incluye la fase de implementación. Es mucho lo que se ha logrado, pero es apenas el principio. El camino y las reglas básicas ya han sido marcadas. Ahora nos corresponde a todos: obispos, sacerdotes, religiosos, consagrados y laicos unidos en la diversidad, trabajar para hacer vida el sínodo; hacer asequible a todos el contenido del documento final y cambiar la cultura y la vida del Pueblo de Dios en nuestras respectivas realidades.
La tarea de acompañar esta fase de realización del camino sinodal, está confiada a la Secretaría General del Sínodo junto con los Dicasterios de la Curia Romana. Como vuelve a reiterar el Santo Padre, en la Nota mencionada al principio, el camino sinodal de la Iglesia católica «necesita que las palabras compartidas vayan acompañadas de hechos».
En todo esto las mujeres de la UMOFC tenemos un papel muy importante que desempeñar, tanto en nuestras propias organizaciones, parroquias y comunidades, como a nivel nacional e internacional. Recordemos que lo que viene del Espíritu Santo no puede detenerse y nosotros somos sus instrumentos. Por lo pronto estamos planeando ya los siguientes pasos de la Escuela de Sinodalidad de la UMOFC, que nos apoyará en este camino.
Confiamos a la Virgen María los resultados de este Sínodo. “Que Ella, Madre de la Iglesia, que en el Cenáculo ayudó a la comunidad naciente a abrirse a la novedad de Pentecostés, nos enseñe a ser un Pueblo de discípulos misioneros que caminan juntos: una Iglesia sinodal”.
Mónica Santamarina
Presidenta General de la UMOFC