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Mensaje mensual - noviembre 2024

3october haul 32

No hay nada que impida que las mujeres desempeñen funciones de liderazgo en la Iglesia: lo que viene del Espíritu Santo no puede detenerse.

(Documento Final de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos - No. 60)

Estimadas amigas de la UMOFC:

Hemos seguido juntas el proceso sinodal que inició hace ya más de 3 años. Sé que para algunos el proceso ha sido largo y cansado, pero para muchos otros ha sido un gran regalo. Yo me quedo con lo dicho por el Papa Francisco, en el sentido de que el Documento Final con el que concluyó la segunda fase de la Asamblea Sinodal, en octubre, es un gran regalo para el propio Santo Padre, para el Pueblo de Dios y para el mundo entero. En él se recoge  el fruto de los años  en que nos hemos puesto a la escucha del Espíritu Santo y de unos a otros para comprender mejor cómo ser una “Iglesia sinodal” hoy. ¡Se trata del inicio de una verdadera transformación en la vida de la Iglesia!

Para reconocer el valor del camino sinodal andado, el Papa aprobó, puso a disposición de todos este Documento Final votado por la Asamblea Sinodal y decidió que no era necesario publicar una Exhortación Apostólica, puesto que este contiene ya indicaciones muy concretas que son una guía para la misión de las Iglesias, en los diversos continentes y en los diferentes contextos. Tal como lo dice en su Nota firmada el pasado 24 de octubre, este documento «participa del Magisterio ordinario del Sucesor de Pedro y como tal pido que sea aceptado».

En dicha nota el Santo Padre nos dice que este documento «no es estrictamente normativo» y que «su aplicación necesitará diversas mediaciones». Pero «esto no significa que no comprometa desde ahora a las Iglesias a hacer opciones coherentes con lo que en él se indica». Las Iglesias locales y las agrupaciones de Iglesias están llamadas ahora a poner en práctica, en los diversos contextos, las indicaciones autorizadas contenidas en el Documento, a través de los procesos de discernimiento y de toma de decisiones previstos por la ley y por el mismo Documento y teniendo en cuenta los diversos contextos, lo que ya se ha hecho y lo que queda por hacer para aprender y desarrollar cada vez mejor el estilo propio de la Iglesia sinodal misionera.

En muchos casos se trata de aplicar eficazmente lo que ya está previsto en el derecho vigente, latino y oriental. En otros casos, se podrá proceder, a través de un discernimiento sinodal y en el marco de las posibilidades indicadas por el Documento final, a la activación creativa de nuevas formas de ministerialidad y de acción misionera, experimentando y sometiendo a verificación las experiencias. Para todo esto «se necesita tiempo».

Finalmente, sin duda, lo más importante del camino sinodal han sido las relaciones, el diálogo, la comunión, el discernimiento, la unidad en la diversidad… tal como lo han testimoniado quienes participaron en las dos sesiones de la Asamblea y lo hemos podido experimentar quienes hemos participado en conversaciones en el Espíritu. El estilo sinodal implica, para el Pueblo de Dios,  entrelazar nuestras vocaciones, carismas y ministerios a fin de que, unidos en nuestra diversidad,  vivamos la comunión y salgamos al encuentro de todos para llevarles la alegría del Evangelio. El Sínodo sigue aprovechando la energía de la semilla sembrada con el Concilio Vaticano II y desarrollando su potencial.

Estructura del Documento Final

Sería imposible pretender resumir aquí este Documento Final que podrán encontrar en nuestra pag. Web. Sin embargo quiero comentar con ustedes algunos de los temas más importantes para nosotras como mujeres, como laicas y como integrantes de asociaciones, comprometidas con la evangelización y el desarrollo humano en una Iglesia sinodal en salida que quiere llegar a todos, especialmente a los más marginados.

El Documento recoge algunas convergencias importantes surgidas en la Primera Sesión, las aportaciones provenientes de las Iglesias en los meses transcurridos entre la Primera y la Segunda Sesión y lo que ha surgido durante la Segunda Sesión.

Es un informe más concreto, con propuestas específicas  y recomendaciones estructurales más claras, dividido en 5 partes: Corazón de la sinodalidad (llamados por el Espíritu Santo a la conversión); Juntos sobre la barca (la conversión de las relaciones); Echad las redes (la conversión de los procesos); Una pesca abundante (la conversión de los lazos) y También os envío a vosotros (formar un pueblo de discípulos misioneros).

Mayor participación y responsabilidad de los laicos:

  • La contribución de los laicos, hombres y mujeres, se considera indispensable para crear una Iglesia menos jerárquica
  • Se insta a celebrar “con cierta regularidad asambleas eclesiales a todos los niveles”, con una mayor participación efectiva de laicos y buscando, además, “no limitar la consulta dentro de la Iglesia Católica, sino estar abiertos a escuchar la aportación de otras Iglesias”.
  • Se pide una mayor presencia de los laicos en todos los procesos y fases de discernimiento eclesial y toma de decisiones. “La competencia del Obispo, del Colegio episcopal y del Obispo de Roma en la toma de decisiones es irrenunciable,  pero no  incondicional: no se puede ignorar una orientación que surja en el proceso consultivo como resultado de un correcto discernimiento”.
  • Los procesos de decisiones deben ir acompañados de prácticas de rendición de cuentas y evaluación, con una mayor participación de los laicos, particularmente mujeres,  en un espíritu de transparencia.
  • Se pide la creación, funcionamiento efectivo e integración más plural  de los organismos de participación ya previstos en el derecho canónico que, en la Iglesia Latina son: el sínodo diocesano, el consejo presbiteral, el consejo pastoral diocesano, el Consejo pastoral parroquial y el Consejo diocesano y parroquial para los asuntos económicos.
  • Es indispensable un acceso más amplio de los laicos, hombres y mujeres, a los puestos de responsabilidad en las diócesis y las instituciones eclesiásticas, incluidos los Seminarios.
  • Se pide un mayor reconocimiento y apoyo a la vida y carismas de los consagrados y su empleo en puestos de responsabilidad eclesial, el aumento del número de laicos  cualificados que se desempeñen como jueces en los procesos canónicos y el reconocimiento efectivo de la dignidad y el respeto de los derechos de quienes trabajan como empleados de la Iglesia y de sus instituciones.
  • Se exhorta a las Iglesias locales a que, de acuerdo con sus circunstancias y necesidades, promuevan más formas de ministerios laicales que no requieran el sacramento del órden.

¿Qué cambios pide el sínodo, particularmente para las mujeres?

  • “Se exige la plena aplicación de todas las oportunidades ya previstas en la legislación vigente en relación con la función de la mujer, en particular en los lugares donde aún no se han implementado”.
  • Es urgente que cada vez haya más mujeres en los puestos de liderazgo, en los lugares de toma de decisiones y órganos de participación de la Iglesia.  Esto ya está permitido en diversas instancias, pero no se les integra.
  • La participación de las mujeres es fundamental para cuidar la transparencia en el manejo de los recursos y  los procesos de evaluación.
  • Se pide mayor atención al lenguaje y a las imágenes utilizadas en la predicación, la enseñanza, la catequesis y la redacción de los documentos oficiales de la Iglesia, dando más espacio a la contribución de mujeres santas, teólogas y místicas.
  • Finalmente el tema del posible diaconado de las mujeres no se cierra; debe seguirse el discernimiento al respecto.

Algunos otros temas importantes

  • Se reitera la unidad en la diversidad, propuesta desde el inicio del Sínodo, y se sugiere una continua relación entre las Iglesias orientales y la Latina, iniciativas ecuménicas y provisiones para la adaptación cultural de cada contexto. No puede haber sinodalidad sin ecumenismo, ni ecumenismo sin sinodalidad.
  • El término Iglesia Universal se replantea, para hacer énfasis en la unidad dentro de la diversidad, considerando a las Iglesias locales no como subordinadas sino como expresiones de fe, dentro de un mismo Cuerpo de Cristo. Como  dice el Santo Padre: la sinodalidad es el marco interpretativo adecuado para comprender el ministerio jerárquico.
  • La Iglesia universal debe ser vista, más que como una corporación internacional, como una comunión de Iglesias con una creciente participación de laicos y de mujeres.
  • Es necesario establecer requisitos de rendición de cuentas financieras, medidas de prevención y respuestas al abuso, así como mecanismos de informes regulares y mayores requisitos de transparencia.
  • Urge una revisión integral de la formación en seminarios.

Conclusiones:

La sinodalidad se logra paso a paso, es un camino y el inicio de ese camino es diferente en cada parte del mundo. Ya hemos podido constatar los primeros frutos del camino iniciado en 2021. Los más sencillos, pero más preciosos, están fermentando en la vida de las familias, parroquias, Asociaciones y Movimientos, pequeñas comunidades cristianas, escuelas y comunidades religiosas, donde crece la práctica de la conversación en el Espíritu, el discernimiento comunitario, el compartir los dones vocacionales y la corresponsabilidad en la misión.

El proceso sinodal no concluye con el final de la actual Asamblea del Sínodo de los Obispos, sino que incluye la fase de implementación. Es mucho lo que se ha logrado, pero es apenas el principio. El camino y las reglas básicas ya han sido marcadas. Ahora nos corresponde a todos: obispos, sacerdotes, religiosos, consagrados y laicos unidos en la diversidad, trabajar para hacer vida el sínodo; hacer asequible a todos el contenido del documento final y cambiar la cultura y la vida del Pueblo de Dios en nuestras respectivas realidades.

La tarea de acompañar esta fase de realización del camino sinodal, está confiada a la Secretaría General del Sínodo junto con los Dicasterios de la Curia Romana. Como vuelve a reiterar el Santo Padre, en la Nota mencionada al principio,  el camino sinodal de la Iglesia católica «necesita que las palabras compartidas vayan acompañadas de hechos».

En todo esto las mujeres de la UMOFC tenemos un papel muy importante que desempeñar, tanto en nuestras propias organizaciones, parroquias y comunidades, como a nivel nacional e internacional. Recordemos que lo que viene del Espíritu Santo no puede detenerse y nosotros somos sus instrumentos. Por lo pronto estamos planeando ya los siguientes pasos de la Escuela de Sinodalidad de la UMOFC, que nos apoyará en este camino.

Confiamos a la Virgen María  los resultados de este Sínodo. “Que Ella, Madre de la Iglesia, que en el Cenáculo ayudó a la comunidad naciente a abrirse a la novedad de Pentecostés, nos enseñe a ser un Pueblo de discípulos misioneros que caminan juntos: una Iglesia sinodal”.

Mónica Santamarina

Presidenta General de la UMOFC