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Mensaje mensual marzo 2025

marzo 2025

Caminemos juntas, con esperanza, hacia la luz de Cristo Resucitado 

Queridas amigas de la UMOFC:

Nos encontramos en el corazón de la Cuaresma, un tiempo sagrado que la Iglesia nos regala para preparar nuestros corazones y abrirnos a la gracia de Dios. En poco más de dos semanas iniciaremos  la Semana Santa, y, después, la Pascua. Ya nuestro Asistente Eclesiástico nos hablaba, hace unos días, de la belleza del significado de la cuaresma.  A mi me gustaría animarnos mutuamente para acabar de vivir, de forma consciente, esta recta final que nos queda. Suele suceder que, a medida que va avanzando la Cuaresma, nos vamos desanimando u olvidando de aquellos propósitos que nos habíamos planteado. Por ello me parece importante vivir unidas este momento para reforzar nuestras buenas intenciones.

Este año, además, vivimos esta etapa con la especial riqueza del Jubileo 2025, bajo el lema “Peregrinos de la Esperanza”. En este contexto, quiero compartir con ustedes una reflexión que nos anime a continuar caminando con fervor y alegría hacia la Pascua. Como nos recuerda el Papa Francisco en su mensaje para la Cuaresma 2025: “La Cuaresma es un camino de conversión, marcado por tres llamados fundamentalescaminar, caminar juntos y caminar en la esperanza”.

Caminar: Este primer llamado  nos invita a vivir este tiempo como peregrinas en busca de la tierra prometida, dejando atrás nuestras zonas de confort y enfrentando los desafíos con confianza en el Señor. “¿Estoy realmente en camino o un poco paralizado, estático, con miedo y falta de esperanza; o satisfecho en mi zona de confort? ¿Busco caminos de liberación de las situaciones de pecado y falta de dignidad? Sería un buen ejercicio cuaresmal confrontarse con la realidad concreta de algún inmigrante o peregrino, dejando que nos interpele, para descubrir lo que Dios nos pide, para ser mejores caminantes hacia la casa del Padre. Este es un buen “examen” para el viandante” (Mensaje del Santo Padre para la Cuaresma 2025).

Caminar juntos: Este año jubilar nos recuerda que no estamos solas en este peregrinaje. Somos parte de una comunidad que camina unida, apoyándose mutuamente y viviendo la sinodalidad como vocación de la Iglesia. “Los cristianos están llamados a hacer camino juntos, nunca como viajeros solitarios. El Espíritu Santo nos impulsa a salir de nosotros mismos para ir hacia Dios y hacia los hermanos, y nunca a encerrarnos en nosotros mismos. Caminar juntos significa ser artesanos de unidad, partiendo de la dignidad común de hijos de Dios; significa caminar codo a codo, sin pisotear o dominar al otro, sin albergar envidia o hipocresía, sin dejar que nadie se quede atrás o se sienta excluido. Vamos en la misma dirección, hacia la misma meta, escuchándonos los unos a los otros con amor y paciencia”. 

En esta cuaresma, Dios nos pide que comprobemos si en nuestra vida, en nuestras familias, en los lugares donde trabajamos, en las comunidades parroquiales o religiosas, somos capaces de caminar con los demás, de escuchar, de vencer la tentación de encerrarnos en nuestra autorreferencialidad, ocupándonos solamente de nuestras necesidades. Preguntémonos ante el Señor si somos capaces de trabajar juntos como obispos, presbíteros, consagrados y laicos, al servicio del Reino de Dios; si tenemos una actitud de acogida, con gestos concretos, hacia las personas que se acercan a nosotros y a cuantos están lejos; si hacemos que la gente se sienta parte de la comunidad o si la marginamos. Esta es una segunda llamada: la conversión a la sinodalidad.”

Por ello, nuestras oraciones, sacrificios y actos de caridad no deben ser para engrandecernos a nosotras mismas, sino para acercarnos más al Señor y reflejar su amor en nuestras vidas. Que cada gesto sea una expresión sincera de nuestra fe y un puente hacia los demás; que esta Cuaresma nos ayude a unirnos más como UMOFC, a sentirnos entrelazadas por la misión concreta y común que tenemos, que es la de vivir y transmitir las enseñanzas del Evangelio y trabajar por el desarrollo humano.

Caminar en la esperanza: A veces, al llegar a la mitad del camino, sentimos que nuestras fuerzas decaen o que nuestras prácticas espirituales pierden intensidad. Sin embargo, este es precisamente el momento para renovar nuestro compromiso. Como nos dice el Santo Padre, la esperanza debe ser nuestro horizonte durante este tiempo cuaresmal; una esperanza que no defrauda porque está anclada en Cristo y en su promesa de vida eterna. Sabemos que Jesús ha resucitado, por lo que, citando al pontífice “la muerte ha sido transformada en victoria y en esto radica la fe y la esperanza de los cristianos, en la resurrección de Cristo”.

“Esta es, por tanto, la tercera llamada a la conversión: la de la esperanza, la de la confianza en Dios y en su gran promesa, la vida eterna. Debemos preguntarnos: ¿poseo la convicción de que Dios perdona mis pecados, o me comporto como si pudiera salvarme solo? ¿Anhelo la salvación e invoco la ayuda de Dios para recibirla? ¿Vivo concretamente la esperanza que me ayuda a leer los acontecimientos de la historia y me impulsa al compromiso por la justicia, la fraternidad y el cuidado de la casa común, actuando de manera que nadie quede atrás?”

Animémonos pues a intensificar nuestra oración personal y comunitaria, ofreciendo pequeños sacrificios con generosidad y practicando una caridad activa que transforme vidas y corazones. Recordemos que cruzar las puertas santas del Jubileo simboliza un nuevo comienzo.

Sigamos adelante con alegría y esperanza. Que el Señor nos conceda vivir esta Cuaresma como un verdadero tiempo de gracia y renovación espiritual para que caminemos juntas hacia la luz de Cristo resucitado.

Sigamos, unidas, ante este gran reto y ¡Felices Pascuas de Resurrección!

Mónica Santamarina

Presidenta General de la UMOFC