​+39 0669887260 | info@wucwo.org | Contacto

Facebook X Twitter Instagram Youtube 

Mensaje Mensual Marzo 2018

Anunciación

En este mes, que nos preparamos a la celebración más importante de nuestra fe, la muerte y resurrección de nuestro Salvador, también celebramos la fiesta de la Anunciación. María es el icono de la portadora “de agua viva”, ella es la que aceptó dar una carne humana a nuestro Señor. Ella admite que es consciente de su pobre realidad humana, sus límites, pero acepta el designio de Dios con benevolencia.

La bondad, de la que habla el Himno a la Caridad de la Primera Carta a los Corintios, no es una virtud de los débiles, sino de los fuertes que son conscientes de su realidad y se ponen al servicio de los demás. Conduce a una “actividad.. una reacción dinámica y creativa ante los demás” (AL 93). La bondad nos ayuda a amar, a aceptar a los demás como son con sus pecados y con nuestras aspiraciones. Como mujeres de la UMOFC necesitamos ejercer esta bondad, el hecho de que decidamos reunirnos es un primer paso hacia esta aceptación y benevolencia mutuas que nos permiten  “experimentar la felicidad de dar, la nobleza y la grandeza de donarse sobreabundantemente, sin medir, sin reclamar pagos, por el solo gusto de dar y de servir” (AL 94). Todo esto en total libertad.“Nuestros contemporáneos ensalzan con entusiasmo esta libertad. Con frecuencia, sin embargo, la fomentan de forma depravada, como si fuera pura licencia para hacer cualquier cosa, con tal que deleite, aunque sea mala. La verdadera libertad es signo eminente de la imagen divina en el hombre” (GS 17) y esta es la libertad de las mujeres de la UMOFC. “Heredera de la esperanza de los justos de Israel y primera entre los discípulos de Jesucristo, es María, su Madre. Ella, con su « fiat » al designio de amor de Dios (cf. Lc 1,38), en nombre de toda la humanidad, acoge en la historia al enviado del Padre, al Salvador de los hombres: en el canto del «Magnificat» proclama el advenimiento del Misterio de la Salvación, la venida del «Mesías de los pobres» (cf. Is 11,4; 61,1). El Dios de la Alianza, cantado en el júbilo de su espíritu por la Virgen de Nazaret, es Aquel que derriba a los poderosos de sus tronos y exalta a los humildes, colma de bienes a los hambrientos y despide a los ricos con las manos vacías, dispersa a los soberbios y muestra su misericordia con aquellos que le temen (cf. Lc 1,50-53)”. (DSI 59)

 

Oración

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

 

MÁRTIRES de la fraternidad

30 de abril 1997, Buta (Burundi)

El 30 de abril 1997 fueron asesinados 40 jóvenes estudiantes del Seminario Buta (Diócesis de Bururi), pertenecientes a los grupos étnicos hutu y tutsi, por no haber querido separarse. Jolique Rusimbamigera, estudiante en el Seminario Buta, aunque gravemente herido escapó de la trágica matanza.

Un año más tarde dio el siguiente testimonio: "Eran tantos, parecían cientos. Llegaron a nuestro dormitorio, el de las tres clases del piso superior, y dispararon al aire cuatro veces para despertarnos... Inmediatamente empezaron a amenazarnos,. pasando entre las camas, nos ordenaron que nos dividiéramos, hutus en un lado y tutsis en el otro ¡estaban armados hasta los dientes!... ametralladoras, granadas, rifles, machetes ... Pero permanecimos agrupados. Entonces su jefe se impacientó y dio la orden: "Disparad a estos idiotas que no se quieren dividir".

Los primeros disparos los lanzaron a los que estaban debajo de las camas ... Al mismo tiempo que yacíamos en nuestra sangre, orábamos e implorábamos el perdón para los que nos estaban matando. Podía escuchar las voces de mis compañeros que decían: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen".  Yo pronunciaba las mismas palabras dentro de mí y encomendaba mi vida en las manos de Dios".

 

Otras lecturas

Amoris Laetitia 93-94

Gaudium et Spes 48-52

Doctrina Social de la Iglesia  367