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Fue en 1910 cuando la vizcondesa Madame de Vélard, Presidenta de la Liga Patriótica Femenina Francesa (más tarde Action Catholique Générale Féminine, ACGF) propuso unir las ligas de mujeres católicas existentes en el mundo.
Esta reunión, llamada “el Comité para la Iniciativa”, tuvo lugar en Bruselas (Bélgica) y reunió a las Ligas de Alemania, Inglaterra, Austria, Bélgica, Brasil, España, Francia, Lorena, Portugal, Suiza y Uruguay, además de la Sociedad Internacional Católica para las Mujeres, ACISJF.
En su discurso, Madame de Vélard subrayó los objetivos de esta reunión, este fue el primer paso en el proceso de instituir la Unión Internacional de Ligas Católicas Femeninas (UILFC) que se convirtió en UMOFC en 1952:
“... Nos reunimos porque queríamos expandir nuestros horizontes... estudiar los obstáculos y la manera de sobrepasarlos, y armarnos para la Acción Social Católica...
Hijas humildemente obedientes a la Iglesia Una... sentimos que debemos trabajar para realizar la unión de todas las mujeres católicas a través del mundo...
¡No soñemos! No nos da tiempo; además los sueños son letales: gastan nuestra energía en imaginar las dificultades que puede que nunca se materialicen...preparémonos para el futuro: para hacerlo, compartamos una acción seria y bien organizada...”
Otra delegada declaró:
“Ha llegado el momento de que las mujeres católicas entiendan que los tiempos cambiantes exigen labores cambiantes. Cuando ya no nos podemos limitar en pequeñas, estrechas y cerradas asociaciones, donde la piedad y la caridad se tratan con timidez prudente; ha llegado el momento de tener una visión más extensa; agrandar nuestra área; juntar todas las labores y la buena voluntad en fuertes federaciones, capaces de ser una fuerza activa al servicio de la renovación cristiana social a través del mundo.”
En el transcurso de la reunión, animadas por los obispos de Malines y París, se tomaron las siguientes decisiones:
Esta Federación Internacional de Ligas Católicas Femeninas adoptó por unanimidad los estatutos que empiezan de esta manera:
Art. 1: Se forma un Consejo Internacional entre las Ligas Católicas Femeninas, independiente de todos los partidos políticos, cuyo objetivo es trabajar para mantener la Fe, defender las libertades religiosas y organizar la acción social católica en un espíritu de sumisión plena y constante ante las directivas del Pontífice soberano.
Art. 2: El Consejo adopta el nombre de “Consejo Internacional de Ligas Católicas Femeninas”. Una reunión será celebrada cada año y un secretariado de comunicación central se abrirá en París para un periodo de cinco años.
Segundo Consejo Internacional en Madrid (España): Peligro de la libre masonería; trabajo y sueldos de las mujeres; valores. Seis nuevas ligas solicitan unirse al Consejo Internacional. Llegaron de los siguientes países: Argentina, Canadá, Estados Unidos, Hungría, Luxemburgo y Polonia.
Tercer Consejo Internacional en Viena: valores, educación religiosa, mujeres en los puestos de trabajo. Para que la Santa Sede apruebe los Estatutos, la Liga en Inglaterra se encargó del borrador de la enmienda, éste debía ser votado en el próximo Consejo. La señorita Fletcher, Presidenta de la Liga Inglesa, se implicó de manera activa en la coordinación de este trabajo.
Cuarto Consejo Internacional en Londres. Los Estatutos fueron modificados y aprobados por el Papa Pío X. La “Federación” adoptó el nombre de “Unión Internacional de Ligas Católicas Femeninas”, simplemente llamada la “Unión” que a partir de ahora tendría un Cardenal Protector. La Unión estaba compuesta por 27 ligas de 17 países. La Santa Sede nombró a la Condesa Wodzicka (Polonia) como Presidenta.