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Mensaje mensual - diciembre 2023

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“Que la proximidad de la Navidad fortalezca nuestro compromiso de abrir caminos de paz.” (Papa Francisco) 

Estimadas amigas de la UMOFC:

Termina un año y, antes que nada, hemos de dar gracias al Señor por tantas bendiciones recibidas. Para nosotros en la UMOFC, el haber tenido al Papa en Audiencia privada fue una experiencia inolvidable. Fue también maravillosa la Asamblea en Asís, donde el legado perene de San Francisco y la luz del Espíritu Santo nos guiaron para definir el rumbo que la organización tomaría los siguientes 4 años. Y ¿qué decir del Sínodo sobre la Sinodalidad? El ser testigos de un momento tan trascendental en la vida de la Iglesia y de la participación de la mujer en ella, así como el poder colaborar con el proceso sinodal, de un modo u otro, será sin duda algo para contar a las siguientes generaciones.

Sin embargo, no podemos dejar de ver que el año que termina es también un año marcado por la nueva guerra en el Medio Oriente, por la guerra en Ucrania que no acaba y por otras guerras entre naciones y conflictos internos que siguen causando pérdidas de vidas humanas e innumerables estragos y sufrimiento. Un año en el que los daños causados por el cambio climático dejan a miles de personas sin hogar y sin medios para la subsistencia. Un año en que millones de personas en el mundo son obligadas a dejar su hogar y su país, huyendo de la miseria, la violencia y la inseguridad. Un año en que las familias se ven amenazadas por diversas circunstancias y en el que las mujeres siguen siendo víctimas de la violencia y la discriminación. En fin, un año en el que millones de niños sufren la falta de pan, de salud, de educación, de paz y, lo que es peor, de una familia o un Estado que los acoja y proteja.

¿Qué hacer ante todo esto? Pienso que es hora de posar nuestra mirada, con esperanza, en el pesebre de Belén. ¡Es tanto lo que nos enseña y nos puede guiar!  Pidamos  al Niño Jesús el don de la paz que los ángeles anunciaron a los pastores. Contemplemos a María y pidámosle confiadamente su fe inquebrantable para ser testigos del amor de su Hijo en el mundo. Observemos al Niño Dios, a la Virgen y a San José y oremos para que la Navidad sea una oportunidad para redescubrir a la familia como cuna de vida y de fe; un lugar de amor y acogida, de diálogo, de perdón, de solidaridad fraterna y de alegría compartida; fuente de paz para toda la humanidad.

Este adviento he pensado particularmente en los niños del mundo que sufren por la violencia y la miseria. Tal vez sea mi condición de abuela de 8 pequeños la que me lleva a pensar en tantos niños que merecen vivir en paz y que, sin embargo, se ven forzados a cruzar caminos llenos de peligros y a dormir en las calles en su peregrinar por el mundo, algunas veces solos y otras acompañados, buscando un lugar más seguro dónde vivir. Millones de niños que viven el horror de la guerra. Y qué decir de los millones de niños que viven  en hogares que se han convertido en auténticos campos de batalla donde los padres los utilizan como armamento para herirse unos a otros, sin percatarse de que a quien realmente están afectando es a los propios hijos; qué decir de tantos pequeños que en el seno de la familia, donde tendrían que haber sido protegidos de todo mal, es donde son víctimas de abuso por parte de sus propios padres o de familiares y personas cercanas…

Todo esto me cuestiona y me duele, pero, sobre todo, me impulsa a seguir trabajando con toda mis fuerzas para que las mujeres de la UMOFC seamos auténticas artesanas de paz en las familias, en las comunidades y en el mundo. Los niños merecen vivir felices y en paz. ¡Sin duda habrá que redoblar esfuerzos, pero estoy segura de que lo lograremos!

Como dice el Santo Padre: “El ejemplo de Juan Bautista nos enseña al menos dos cosas. En primer lugar, que nosotros, solos, no podemos salvarnos: sólo en Dios encontramos la luz de la vida. Y, en segundo lugar, que cada uno de nosotros, con el servicio, la coherencia, la humildad, con el testimonio de vida -y siempre con la gracia de Dios- puede ser una lámpara que brilla y ayuda a los demás a encontrar el camino para encontrarse con Jesús”. Procuremos ser  como San Juan Bautista, personas extraordinarias que viven y trabajan por la paz, especialmente para los pequeños que son frecuentemente los más desprotegidos y vulnerables.

Si queremos que sea Navidad, la Navidad de Jesús y de la paz, contemplemos a Belén y fijemos la mirada en el rostro del Niño que nos ha nacido. Y en ese pequeño semblante inocente reconozcamos el de los niños que en cada rincón del mundo anhelan la paz.

Que el Señor nos disponga a realizar gestos concretos de solidaridad para ayudar a los niños que sufren e ilumine las mentes de quienes tienen el poder de acallar las armas y poner fin a todo aquello que los lastima.

“Recen ante el pesebre por los niños que vivirán una Navidad difícil, en lugares de guerra, en el seno de familias desintegradas, en campos de refugiados, en situaciones de gran miseria… Que la proximidad de la Navidad fortalezca nuestro compromiso de abrir caminos de paz.” Papa Francisco (Angelus 17 de diciembre de 2023).

Les deseo a ustedes y a sus familias una Navidad llena de paz y felicidad. Que el próximo año el Señor las colme de bendiciones y que, guiadas por la estrella que iluminó a los Reyes Magos,  les de su luz y fortaleza  para cumplir con la misión que a cada una les ha encomendado.

Un abrazo lleno de cariño desde México,

 

Mónica Santamarina

Presidenta General de la UMOFC