+39 0669887260 | info@wucwo.org | Contacto
Vamos a continuar con el análisis acróstico de la palabra principal de este Jubileo: MISERICORDIA.
Este mes las palabras son: espiritualidad y humanidad.
“La Espiritualidad es la columna vertebral de cualquier servicio en la Iglesia y en la vida cristiana. Esta alimenta todo nuestro obrar, lo corrige y lo protege de la fragilidad humana y de las tentaciones cotidianas. La humanidad es aquello que encarna la autenticidad de nuestra fe. Quien renuncia a su humanidad, renuncia a todo. La humanidad nos hace diferentes de las máquinas y los robots, que no sienten y no se conmueven. Cuando nos resulta difícil llorar seriamente o reír apasionadamente —son dos signos—, entonces ha iniciado nuestro deterioro y nuestro proceso de transformación de «hombres» a algo diferente. La humanidad es saber mostrar ternura, familiaridad y cortesía con todos (cf. Flp 4,5). Espiritualidad y humanidad, aun siendo cualidades innatas, son sin embargo potencialidades que se han de desarrollar integralmente, alcanzar continuamente y demostrar cotidianamente”.
Jesucristo es la unión perfecta entre la espiritualidad y la humanidad. Él es la fuente y el modelo para cada vocación y como laicos se nos pide que sigamos sus pasos: encarnación, muerte y resurrección (encuentro con la historia, la pasión y la muerte dentro de la historia, el servicio como un signo de la resurrección en la historia).La vida en la luz del Espíritu significa experimentar esta encarnación evitando el camino corto del espiritualismo y del fundamentalismo. La fuerza motriz de la espiritualidad es la fuerte relación con Dios, lo que significa un cuidado de la vida sacramental, la participación en la liturgia de la comunidad, la lectura y meditación de la Palabra de Dios, una vida personal de oración.
Como lo indica el Magisterio en Concilio Vaticano II: “a fin de que la caridad crezca en el alma como una buena semilla y fructifique, todo fiel debe escuchar de buena gana la palabra de Dios y poner por obra su voluntad con la ayuda de la gracia. Participar frecuentemente en los sacramentos, sobre todo en la Eucaristía, y en las funciones sagradas. Aplicarse asiduamente a la oración, a la abnegación de sí mismo, al solícito servicio de los hermanos y al ejercicio de todas las virtudes” LG 42
En esta Cuaresma, que nos prepara a la Pascua de la Resurrección, este año jubilar de la Misericordia es una oportunidad para reforzar nuestra espiritualidad y nuestra atención al amor fraterno, especialmente a través de las obras corporales y espirituales de la misericordia.
Oración de DIVES IN MISERICORDIA
En el nombre de Jesucristo, crucificado y resucitado, en el espíritu de su misión mesiánica, que permanece en la historia de la humanidad, elevemos nuestra voz y supliquemos que en esta etapa de la historia se revele una vez más aquel Amor que está en el Padre y que por obra del Hijo y del Espíritu Santo se haga presente en el mundo contemporáneo como más fuerte que el mal: más fuerte que el pecado y la muerte. Supliquemos por intercesión de Aquella que no cesa de proclamar « la misericordia de generación en generación », y también de aquellos en quienes se han cumplido hasta el final las palabras del sermón de la montaña: « Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán misericordia ».
Otras lecturas: