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© 2014 RMN-Grand Palais (musée du Louvre) / Tony Querrec
Veronés, Paolo Caliari llamado el (Verona 1528 - Venecia 1588), La resurrección de la hija de Jairo, 1546 c., óleo sobre papel pegado sobre lienzo, 42 x 37 cm, París, Museo del Louvre
Mujeres del Nuevo Testamento: La hija de Jairo.
Al regresar Jesús, la gente lo acogió bien, pues todos lo estaban esperando. Llegó entonces un hombre, llamado Jairo, que era jefe de la sinagoga, y echándose a los pies de Jesús le rogaba que entrase en su casa, pues tenía una hija única, de unos doce años, que se estaba muriendo. Cuando caminaba con él, la gente lo apretujaba. Entonces una mujer que desde hacía doce años sufría flujos de sangre y que había gastado en médicos todos sus recursos sin que ninguno pudiera curarla, acercándose por detrás, tocó el borde de su manto y, al instante, cesó el flujo de sangre.
Veronese, Paolo Caliari llamado el (Verona 1528 - Venecia 1588), Cristo y la samaritana, alrededor de 1585, óleo sobre lienzo, 143,5 x 288,3 cm, Viena, Kunsthistorisches Museum
Mes de noviembre.
Mujeres del Nuevo Testamento: la samaritana.
Era necesario que él pasara a través de Samaría. Llegó Jesús a una ciudad de Samaría llamada Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al pozo. Era hacia la hora sexta. Llega una mujer de Samaría a sacar agua, y Jesús le dice: «Dame de beber». Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida. La samaritana le dice: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» (porque los judíos no se tratan con los samaritanos).
Tiziano Vecelio (Pieve di Cadore c. 1488 - Venecia 1576), Cristo y la adúltera, c. 1512/15, óleo sobre lienzo, 82,5 x 136,5 cm, Viena, Kunsthistorisches Museum
Mes de octubre.
Mujeres del Nuevo Testamento: La adúltera.
Por su parte, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba. Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?». Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra». E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer en medio, que seguía allí delante. Jesús se incorporó y le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?». Ella contestó: «Ninguno, Señor». Jesús dijo: «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más». (Juan 8, 1-11)
Maestro de la Verónica de Múnich (activo entre 1400 y 1425), Verónica con el sudario de Cristo, 1425 aproximadamente, óleo sobre tabla (madera de abeto), 78,1 x 48,2 cm, Múnich, Alte Pinahekotk
Mujeres del Nuevo Testamento: Verónica.
Iba Él acompañado por los Doce, y por algunas mujeres, que habían sido curadas de espíritus malos y de enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes; Susana y otras muchas que les servían con sus bienes. (Lc 8, 2-3)
Las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea lo siguieron, y vieron el sepulcro y cómo había sido colocado su cuerpo. Al regresar, prepararon aromas y mirra. Y el sábado descansaron de acuerdo con el precepto. (Lc 23, 55-56)
Dierick Bouts (Haarlem alrededor de 1410 – Lovanio 1475), Cristo en la casa de Simón el Fariseo, entre el 1450 y el 1475, óleo sobre tabla (madera de roble), 42,2 x 62,5 cm, Berlín, Gemäldegalerie
Mes de agosto.
Mujeres del Nuevo Testamento: la pecadora en casa de Simón.
Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume. Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume.
José de Ribera (Játiva, Valencia 1591 - Nápoles 1652), La Magdalena penitente, 1641, óleo sobre lienzo, 182 x 149 cm, Madrid, Museo del Prado.
Mes de julio.
Mujeres del Nuevo Testamento: María Magdalena.
Después de esto iba él caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, proclamando y anunciando la Buena Noticia del reino de Dios, acompañado por los Doce, y por algunas mujeres, que habían sido curadas de espíritus malos y de enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes; Susana y otras muchas que les servían con sus bienes. (Lc 8, 1-3)
Veronese - Paolo Caliari, llamado el (Verona 1528 - Venecia 1588), La resurrección del joven de Naín, 1565-70, óleo sobre lienzo, 102 x 136 cm, Viena, Kunsthistorisches Museum
Mes de junio.
Mujeres del Nuevo Testamento: la viuda de Naín
Poco tiempo después iba camino de una ciudad llamada Naín, y caminaban con él sus discípulos y mucho gentío. Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba. Al verla el Señor, se compadeció de ella y le dijo: «No llores». Y acercándose al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: «¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!». El muerto se incorporó y empezó a hablar, y se lo entregó a su madre. Todos, sobrecogidos de temor, daban gloria a Dios diciendo: «Un gran Profeta ha surgido entre nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo». Este hecho se divulgó por toda Judea y por toda la comarca circundante. (Luc 7, 11-17)
Diego Velázquez (Sevilla 1599 - Madrid 1660), Escena de cocina con Cristo en casa de Marta y María, 1618 aprox., óleo sobre lienzo, 60 x 103,5 cm, Londres, Galería Nacional.
Mes de mayo.
Mujeres del Nuevo Testamento: Marta, la hermana de María.
Yendo ellos de camino, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano». Respondiendo, le dijo el Señor: «Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada». (Lc 10, 38-42)
La imagine está tomada del sitio web www.hermitagemuseum.org, por gentileza del Museo Estatal del Hermitage, San Petersburgo, Rusia.
Maurice Denis (Granville 1870 – Saint-Germain-en-Laye 1943), Marta y María, 1896, óleo sobre lienzo, 77 x 116 cm, San Petersburgo, Museo del Hermitage.
Mes de abril.
Mujeres del Nuevo Testamento: María, hermana de Marta y Lázaro.
Mientras iban caminando, Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra. Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude». Pero el Señor le respondió: «Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas y sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es necesaria, María eligió la mejor parte, que no le será quitada». (Lc 10, 38-42)
Rembrandt Harmensz van Rijin (Leida 1606 – Amsterdam 1669), La profetisa Ana, 1639, óleo sobre madera de roble, óvalo de 79, 5 x 61, 7 cm, Vienna, Kunsthistorisches Museum.
Mes de marzo.
Mujeres del Nuevo Testamento: Anna.
Había también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casa en su juventud, había vivido siete años con su marido. Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones. Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. (Lc, 2, 36-38)
Giulio Romano (Roma 1499 - Mantua 1546) y Giovanni Francesco Penni (Florencia 1496 - Mantua 1528), La Visitación, c. 1517, óleo sobre lienzo, 200 x 145 cm, Madrid, Museo del Prado.
Mes de febrero.
Mujeres del Nuevo Testamento: Isabel.
En aquellos días, María se levantó y se fue de prisa a la región montañosa, a una ciudad de Judá, entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, el niño saltó en su seno; e Isabel se llenó del Espíritu Santo, y exclamó en voz alta: "Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre". ¿Cómo es que la madre de mi Señor viene a mí? Porque he aquí que, en cuanto llegó a mis oídos la voz de tu saludo, de gozo saltó el niño en mi seno. Dichosa la que ha creído que se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor. (Lc 1, 39-45)
Hans Memling (Selingenstadt c. 1433 - Brujas 1494), Virgen con el Niño, 1487, óleo sobre roble, 54,6 x 43,2 cm, Berlín, Gemäldegalerie.
Mes de enero.
Mujeres del Nuevo Testamento: María.
En el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María. El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: «¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo». Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel le dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin».